El fútbol, como tantos otros aspectos de la vida, está plagado de historias de superación personal, trayectorias brillantes que en el momento del comienzo se pudieron ver truncadas por cualquier vicisitud pero que terminan siendo recordadas por todos los aficionados al balompié. Así, grandes estrellas de este deporte sufrieron contratiempos físicos que pudieron enviar sus gloriosas carreras al anonimato. De este modo, una leyenda del Liverpool como Steven Gerrard estuvo a punto de perder su pie en un incidente ocurrido en un descampado cercano a su casa cuando tan solo tenía ocho años. Es tan solo un relato más de tantos otros en los que las carreras de brillantes futbolistas estuvieron a punto de irse al traste sin ni siquiera haber comenzado. El choque estelar de la decimoséptima jornada de la Premier League, el encuentro que enfrentaba a Manchester United y Arsenal, conllevó una decepción para el cuadro gunner, pero deparó un esperanzador debut de una de las mayores esperanzas del marco londinense. La prensa inglesa cubrió de elogios al joven portero polaco, unas alabanzas que fueron secundadas por Arsene Wenger. No obstante, el técnico alsaciano recordó que la actuación no fue fruto del azar, sino del duro trabajo de mucho tiempo. Y es que hace tan solo dos años, un accidente en el gimnasio de la academia gunner estuvo a punto de costarle los dos brazos a un joven portero del club. Ese cancerbero era el mismo que hace una semana brilló en Old Trafford, Wojciech Szczesny.
Sczcesny es un espigado guardameta que, pese a su envergadura, no está exento de agilidad. Concentrado durante los noventa minutos, cuando el rival tiene la posesión del cuero en la zona de tres cuartos siempre está en tensión, con las piernas flexionadas, lo que le permite reaccionar con celeridad ante disparos potentes. Pese a su bisoñez, demuestra gran personalidad y confianza en sus posibilidades, ordenando a su zaga para corregir errores posicionales. Un arquero dotado de una buena colocación, lo que, unido a su elasticidad para llegar a palos, le predisponen para atajar o despejar disparos especialmente ajustados. Su altura le resta velocidad, pero aún así demuestra valentía en los balones divididos y sale con bastante frecuencia a descolgar centros, aunque puede mejorar en esa faceta del juego.
Poseedor de buenos reflejos, está capacitado para desbaratar lanzamientos cercanos a su área de influencia. Sin embargo, su talón de Aquiles se encuentra en el juego con los pies, debido a que abusa del balón en largo, produciendo pérdidas de balón y atentando contra la tradicional aseada salida de balón desde atrás que practica el conjunto londinense. Se muestra sólido en el uno contra uno, tapando mucha portería gracias a su envergadura y a su rapidez a la hora de lanzarse a los pies del ariete rival. Es un cancerbero que, además de grandes condiciones físicas, atesora una buena capacidad para leer el juego, averiguando la acción que va ejecutar el atacante y abortándola mediante la anticipación.
Hijo del ex guardameta Maciej Szczesny, Wojciech comenzó la práctica del balompié en las filas del modesto Agrykola Varsovia. Allí continuó hasta los quince años, cuando decidió mudarse a las categorías inferiores de otro club de la capital polaca, el Legia. Fue una instancia breve, porque en menos de un año la red de ojeadores de Arsene Wenger se fijó en él y pasó a engrosar la nómina de jugadores de las categorías inferiores del conjunto inglés. Allí continuó progresando y escalando peldaños en el organigrama de la academia gunner hasta llegar al equipo reserva, donde alternaba sus apariciones en el once con el italiano Vito Mannone. Fue entonces cuando se enfrentó al momento más duro de su corta vida. Trabajando el apartado muscular en el gimnasio del Centro de Formación de Colney, se le cayeron unas barras de gran peso en los brazos y tuvo que ser operado de ambos. La prueba de ese incidente son sus dos cicatrices en los brazos y las placas de metal que tiene implantadas en ellos tras la operación a la que fue sometido. Su recuperación fue larga, pero a los seis meses de salir del quirófano volvió para afianzarse en la meta del conjunto reserva y ganarse el ascenso a la primera plantilla.
La pasada campaña debutó con el primer equipo en un choque de la Carling Cup frente al West Bromwich en el que dejó su portería a cero gracias a varias intervenciones de mérito e incluso su técnico se dirigió a él como “futuro número del Arsenal”, pero la gran competencia en la portería provocó que se acordase su cesión al Brentford. En el club de League One disfrutó de mayores oportunidades y empezó a sentir la presión de ser el dueño de la portería de un club con agobios clasificatorios. Szczesny creció como portero y adquirió experiencia, pero no fue suficiente para hacerse un hueco en las alineaciones del cuadro londinense. Almunia perdió la titularidad, pero Fabianski fue quien heredó su puesto en la portería. Aunque con algún error, el polaco se consolidó en el once y condenó a la suplencia a su compatriota. Por ello, el joven guardameta no dudó en alzar la voz y declarar que no se sentía respaldado por el técnico alsaciano. Se habló de una salida en forma de cesión al Celtic de Glasgow, pero Wenger le instó a tener paciencia y esperar su oportunidad, al tiempo que selló su renovación. Solamente un mes más tarde llegó el momento que llevaba años esperando, su debut en Premier League. Fue en un escenario inmejorable, Old Trafford, y aunque su equipo no pudo puntuar, evitó con sus intervenciones una derrota más abultada. Internacional en todas las categorías con Polonia, el joven guardamallas sabe que no será fácil consolidarse en el marco de los gunners, pero es consciente de que Wenger confía en él de cara al futuro y no quiere desaprovechar la segunda oportunidad que el destino le ha dado después de estar a punto de perder su herramienta de trabajo aquel fatídico día en el gimnasio.
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