No hay
emociones más duraderas que aquellas que se viven a flor de piel. En muchos
casos lo mismo ocurre con las enseñanzas. Por eso una amplia mayoría opina que
no hay nada como ser jugador de élite para dominar la gestión de grupos cuando
asuma las riendas de un banquillo al finalizar su carrera dentro del terreno de
juego. En la década de los noventa Sir Alex Ferguson miraba a su espalda y veía
sentado a un goleador voraz, que contaba los segundos para pisar el césped y
hacer gala de su efectividad anotadora. Ese hombre era Ole Gunnar Solskjaer. ‘El
asesino con cara de niño’ se ganó el cariño de la hinchada de Old Trafford con
sus goles en las segundas partes, tomando buena nota de las indicaciones del
veterano técnico escocés. Sin embargo, las lesiones se cebaron con el menudo
delantero danés, que decidió colgar las botas antes de tiempo y empezar a
preparar su carrera como técnico.
Comenzó
su trayectoria dirigiendo a los jóvenes red
devils y sus excelentes resultados le valieron el billete de retorno a
casa, donde le esperaba un ambicioso proyecto deportivo en Molde. En Noruega
puso en práctica todas las enseñanzas adquiridas a las órdenes de Ferguson y
revolucionó el campeonato doméstico. Desde su llegada al club se han recogido
los frutos de su trabajo minucioso en forma de dos títulos ligueros históricos,
los primeros de la centenaria entidad. Más allá de los exitosos resultados
colectivos, Solskjaer ha logrado contribuir a la regeneración de la selección
nacional dando confianza a varios jugadores que han mostrado un rendimiento muy
alto dando alegrías a la hinchada del Aker Stadion. Entre esa camada de jóvenes
talentos sobresale un centrocampista que Solskjaer ya había custodiado en la
academia del Manchester United, la brújula de su equipo, Magnus Eikrem.
Eikrem es un
mediocentro con mucho criterio en la distribución de juego. Silencioso y
cerebral, su juego no entiende de artificios, no se prodiga en regates ni abusa
de la conducción. Se limita a moverse con soltura por el círculo central,
asistiendo a sus compañeros con precisión y elegancia. Su periférica visión de
juego le permite controlar todo lo que acontece en sus cercanías. Piensa
rápido, a mayor velocidad de la que ejecuta incluso, fabricando la jugada con
su cabeza antes de cristalizarla con su pie derecho. Dominador minucioso del
pase corto, realiza con eficacia cambios de orientación que permiten desactivar
la presión rival en la medular. No es un futbolista que realice un gran
despliegue físico, le falta sacrificio defensivo y necesita estar acompañado de
un recuperador para ofrecer su mejor versión.
Poseedor
de un buen timming de pase, mide bien
la carrera de sus compañeros y encuentra los recovecos a la espalda de la zaga
rival gracias sus elevados envíos en profundidad, facultad que le convierte en
un extraordinario lanzador de contragolpes. Intenta impregnar de criterio todas
sus acciones pero peca de intermitencia en algunas fases del encuentro. Adolece
de falta de pegada, cuando se asoma al balcón del área rival prefiere generar
peligro filtrando un pase entre líneas que disparando. En el caso de buscar
portería prioriza la colocación a la potencia, lo que otorga un mayor margen de
reacción a porteros poco explosivos. Contabiliza pocas pérdidas cuando porta el
balón pero debe hacer más hincapié en las recepciones y colocar mejor su cuerpo
para sacar ventaja del primer toque. Sutil en el golpeo, es un excepcional
lanzador de faltas que también genera peligro con los saques de esquina.
Nacido
el 8 de agosto de 1990 en la ciudad noruega de Molde, Magnus Wolff Eikrem llegó
al mundo con la pasión por la pelota en sus genes. Su padre, Knut Hallvard,
jugó más de doscientos partidos en el campeonato noruego y supo transmitir la
devoción por el fútbol a su hijo Magnus, que enroló en las filas del Molde FK a
los trece años de edad. Al contrario de lo que a veces ocurre con algunos hijos
de futbolista, a Magnus no le pesó la presión y entró de manera fulgurante en
la cantera del mejor club de su ciudad natal. Pequeño físicamente pero inmenso
en cuanto a talento, no tardó en impresionar a los entrenadores que le
ofrecieron los primeros consejos de su trayectoria futbolística.
Sin
embargo, el técnico que iba a proporcionarle el gran salto a su breve carrera
estaba afincado fuera de la península escandinava. Ole Gunnar Solskjaer,
técnico de las categorías inferiores del Manchester United y profundo conocedor
de los jóvenes talentos de su país gracias a la escuela que fundó en su ciudad,
se fijó en su paisano y recomendó a Alex Ferguson su llegada a Inglaterra. De
esta manera, con dieciséis años Eikrem hizo las maletas con el sueño de llegar
a debutar algún día en Old Trafford. Escaló peldaños en la academia red devil coleccionando buenas
actuaciones y valiosas experiencias en torneos juveniles, combinando grandes
victorias con derrotas dolorosas en las finales. Además de todas las
experiencias dentro del terreno de juego también vivió una en la enfermería
cuando los médicos del club le diagnosticaron una diabetes que no truncó su
excelente progresión.
Tras
su ascenso al equipo reserve se
reencontró con su compatriota Solskjaer, que supo darle los galones necesarios
para hacerle brillar conquistando el título liguero en el campeonato de
filiales. Su visión de juego, precisión en el pase y brillantez en la ejecución
de las jugadas a balón parado fueron básicas para que los mancunianos se
impusiesen al resto de sus rivales. “Magnus es el sueño de todo entrenador. Su
progreso es excelente y queremos que siga su camino hacia el éxito. Merece la
oportunidad con el primer equipo pronto” declaraba Solskjaer a mediados de 2010.
Sin embargo, pese a varias convocatorias para compromisos coperos con la
primera plantilla, Ferguson no hizo debutar a su joven perla nórdica.
Solskjaer
quiso volar lejos del brazo protector de Ferguson y eligió su ciudad natal para
desarrollar su primera aventura como técnico en el fútbol profesional. Para
acometerla con mayor confianza reclutó a Eikrem para la causa, que demostró
todo su talento de vuelta al equipo de su niñez. La apuesta del dúo noruego no
pudo ser más exitosa, ya que el Molde conquistó la primera Tippeligaen de su
historia. Esta campaña, tras superar un inicio dubitativo, Eikrem asumió las
riendas del equipo y fue el motor de un conjunto que se ha proclamado
matemáticamente campeón con dos jornadas de antelación. Las ofertas, como ya
ocurriera en el mercado pasado, volverán a llegar a Molde. Internacional
absoluto pese a estar aún en edad sub-21, Eikrem no tiene prisa por separarse
de su gran mentor. Magnus domina desde el talento, ha logrado ser profeta en su
tierra.
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