jueves, 15 de noviembre de 2012

LISANDRO LÓPEZ

No cabe duda, el formato de corta extensión de los campeonatos nacionales sudamericanos favorece la aparición de campeones inesperados. Con Boca inmerso en las rondas finales de la Copa Libertadores y Vélez en pleno proceso de regeneración, el Clausura 2012 argentino se convirtió en el escenario idóneo para que los modestos presentasen su candidatura al título. En ese contexto, Tigre y Arsenal de Sarandí se disputaron las mieles del éxito en una intensa batalla que se decantó a favor de los del Viaducto. Con un estelar Leguizamón al mando de las operaciones en ataque y Campestrini ofreciendo seguridad y dotes de líder desde la portería, el conjunto dirigido por Gustavo Alfaro alcanzó un plus competitivo gracias a las jugadas a balón parado. Así, como si el destino quisiese reafirmar el laboratorio del técnico santafesino, el gol decisivo en la última jornada llegó desde el banderín de córner en una jugada ensayada. Su autor fue el hombre más destacado en la estrategia, Lisandro López.

Lisandro López es un central de gran aplomo y personalidad. El pilar sobre el que se sustenta el edificio defensivo, cacique de la retaguardia a pesar de su corta edad. Jerárquico en las disputas aéreas, impone su dominio en las alturas, consolidándose como un puntal en las jugadas a balón parado de ambas áreas. Salvavidas de su equipo a la hora de achicar balones, punto referencial en las maniobras ofensivas desde el banderín, combinando la fiereza de los zagueros tradicionales con la delicadeza de los defensores de última generación. Su tiranía en la cúspide no solo obedece a criterios físicos, como podría hacer pensar su envergadura, sino que sabe situarse para contactar con el cuero e incluso recurrir a la acrobacia cuando debe corregir su emplazamiento sobre la marcha.

Con galones para dirigir la línea defensiva, es un central pegajoso en el marcaje que ofrece pocas concesiones al delantero pero al que le falta velocidad en el giro, un aspecto que le penaliza cuando se enfrenta a jugadores habilidosos. Expeditivo al cruce, la diagonal constituye su principal vía de escape para tapar sus carencias en carrera ya que encuentra más dificultades a campo abierto, donde su zancada no puede neutralizar la carrera del adversario. Interpreta con solvencia el juego y encima con celeridad a su marcado cuando éste recibe de espaldas. La salida de balón está salpicada por su contexto, abusa del pelotazo en un fútbol donde esa maniobra parece la solución más común entre los centrales, desperdiciando un buen trato al cuero que a menudo demuestra en el área rival. Disciplinado tácticamente, es un zaguero con buenas condiciones que deberá ser evaluado en un campeonato de mayor tronío.

Nacido en la ciudad argentina de Villa Constitución el 1 de septiembre de 1989, Lisandro Ezequiel López prácticamente nació venerando el fútbol mientras animaba a su querida Unión de Santa Fe. Su padre, jugador amateur, le introdujo ese gusanillo por el deporte rey en el país sudamericano y le inscribió en las infantiles del Club Atlético Riberas del Paraná. Fue una estancia breve, porque pronto pasó a la academia de Ernesto Duchini situado cerca de su hogar. Se desempeñó como delantero hasta los trece años y los técnicos que siguieron sus primeros pasos no recelan de sus condiciones como ariete.

Siendo apenas un adolescente hizo las maletas y completó su proceso de formación enrolado en las divisiones inferiores de Chacarita Juniors, donde se consolidó en el eje de la zaga. Allí, alejado de sus seres queridos, encontró una vez más refugio en el terreno de juego y escaló peldaños en la cantera del club bonaerense con precocidad hasta llegar a estrenarse con el primer equipo antes de cumplir los veinte años. En un encuentro intrascendente en lo clasificatorio, puesto que los de Villa Maipú ya habían sellado su regreso a la élite del fútbol argentino, Lisandro tuvo la oportunidad de disfrutar su primer encuentro a nivel profesional. Lo hizo en un marco festivo, lleno de celebraciones, el panorama absolutamente antitético de lo que iba a vivir menos de un año después.

HUYENDO DEL INFIERNO PARA TOCAR EL CIELO
Lichi, como es conocido en su Villa Constitución natal, rápidamente descubrió que el profesionalismo puede llegar a ser muy cruel. “El descenso es feo, triste, no se lo deseo a nadie. La hinchada de Chacarita no se lo merecía. No les respondimos. En el fútbol no todo son buenas vivencias pero no pensé que me tocarían las malas tan temprano” recuerda el espigado central en referencia al mal trago vivido en 2010. El Funebrero no pudo alcanzar la permanencia y eso fue un duro golpe para algunos jugadores procedentes de sus divisiones inferiores pero algunos como Lisandro, pese a su escasa experiencia, recibieron ofertas de varios clubes de Primera. Argentinos Juniors y Godoy Cruz llamaron a la puerta del joven zaguero, que decidió que su nuevo destino iba a ser Sarandí.

En el club presidido por Julio Ricardo Grondona encontró la estabilidad definitiva para continuar con su prometedora progresión. Desde su llegada disfrutó de la titularidad con asiduidad y firmó buenas situaciones que ayudaron a su nuevo equipo a encadenar buenos resultados para mejorar su promedio de puntos y eludir el fantasma del descenso que tan impactantes recuerdos dejó en Lisandro durante el inicio de su andadura en Chacarita. Las buenas sensaciones al finalizar su primer año como jugador de Arsenal se iban a incrementar durante mediados del año 2011, cuando Guillermo Burdisso llegó al club.

Con el paso de los partidos Lisandro y Guillermo se fueron acoplando y se convirtieron en una de las parejas de centrales más interesantes del campeonato argentino. Eran el terror de delanteros y zagueros a partes iguales. Sólidos en tareas defensivos y muy peligrosos en sus irrupciones ofensivas aprovechando las jugadas de estrategia. El Apertura 2011 les sirvió para presentarse en sociedad y el Clausura 2012 les catapultó definitivamente a la fama. Burdisso se fue a Boca, que también se interesó por su compañero en el eje de la retaguardia. Antes, Grondona ya había rechazado ofertas de equipos europeos y brasileños.

Admirador de Demichelis y Piqué, Lisandro está comenzando a fraguar una buena pareja con Braghieri dentro de un Arsenal que sufre bastante más de lo que lo hacía apenas dos meses atrás. Aún así, la solidez del dúo en el eje de la zaga contribuyó en gran medida para conquistar la recién inaugurada Supercopa argentina. Si Sabella sigue teniendo tantos problemas en la última línea, tarde o temprano deberá apostar por el central de Santa Fe. Su futuro está impregnado de tonalidad albiceleste. Por esa llamada del seleccionador puede pasar el comienzo de un efecto dominó que le impulse a cruzar el charco para probar suerte en el viejo continente. Italia e Inglaterra son sus destinos preferidos, pero el mejor amigo de la pizarra sabe que la calma, como en su juego, es uno de los factores determinantes para continuar con éxito su carrera.


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