No
cabe duda, el formato de corta extensión de los campeonatos nacionales
sudamericanos favorece la aparición de campeones inesperados. Con Boca inmerso
en las rondas finales de la Copa Libertadores y Vélez en pleno proceso de
regeneración, el Clausura 2012 argentino se convirtió en el escenario idóneo
para que los modestos presentasen su candidatura al título. En ese contexto,
Tigre y Arsenal de Sarandí se disputaron las mieles del éxito en una intensa batalla
que se decantó a favor de los del Viaducto. Con un estelar Leguizamón al mando
de las operaciones en ataque y Campestrini ofreciendo seguridad y dotes de
líder desde la portería, el conjunto dirigido por Gustavo Alfaro alcanzó un
plus competitivo gracias a las jugadas a balón parado. Así, como si el destino
quisiese reafirmar el laboratorio del técnico santafesino, el gol decisivo en
la última jornada llegó desde el banderín de córner en una jugada ensayada. Su
autor fue el hombre más destacado en la estrategia, Lisandro López.
Lisandro López es un
central de gran aplomo y personalidad. El pilar sobre el que se sustenta el
edificio defensivo, cacique de la retaguardia a pesar de su corta edad.
Jerárquico en las disputas aéreas, impone su dominio en las alturas,
consolidándose como un puntal en las jugadas a balón parado de ambas áreas.
Salvavidas de su equipo a la hora de achicar balones, punto referencial en las
maniobras ofensivas desde el banderín, combinando la fiereza de los zagueros
tradicionales con la delicadeza de los defensores de última generación. Su
tiranía en la cúspide no solo obedece a criterios físicos, como podría hacer
pensar su envergadura, sino que sabe situarse para contactar con el cuero e
incluso recurrir a la acrobacia cuando debe corregir su emplazamiento sobre la
marcha.
Con
galones para dirigir la línea defensiva, es un central pegajoso en el marcaje
que ofrece pocas concesiones al delantero pero al que le falta velocidad en el
giro, un aspecto que le penaliza cuando se enfrenta a jugadores habilidosos.
Expeditivo al cruce, la diagonal constituye su principal vía de escape para
tapar sus carencias en carrera ya que encuentra más dificultades a campo
abierto, donde su zancada no puede neutralizar la carrera del adversario. Interpreta
con solvencia el juego y encima con celeridad a su marcado cuando éste recibe
de espaldas. La salida de balón está salpicada por su contexto, abusa del
pelotazo en un fútbol donde esa maniobra parece la solución más común entre los
centrales, desperdiciando un buen trato al cuero que a menudo demuestra en el
área rival. Disciplinado tácticamente, es un zaguero con buenas condiciones que
deberá ser evaluado en un campeonato de mayor tronío.
Nacido
en la ciudad argentina de Villa Constitución el 1 de septiembre de 1989,
Lisandro Ezequiel López prácticamente nació venerando el fútbol mientras
animaba a su querida Unión de Santa Fe. Su padre, jugador amateur, le introdujo
ese gusanillo por el deporte rey en el país sudamericano y le inscribió en las
infantiles del Club Atlético Riberas del Paraná. Fue una estancia breve, porque
pronto pasó a la academia de Ernesto Duchini situado cerca de su hogar. Se
desempeñó como delantero hasta los trece años y los técnicos que siguieron sus
primeros pasos no recelan de sus condiciones como ariete.
Siendo
apenas un adolescente hizo las maletas y completó su proceso de formación
enrolado en las divisiones inferiores de Chacarita Juniors, donde se consolidó
en el eje de la zaga. Allí, alejado de sus seres queridos, encontró una vez más
refugio en el terreno de juego y escaló peldaños en la cantera del club
bonaerense con precocidad hasta llegar a estrenarse con el primer equipo antes
de cumplir los veinte años. En un encuentro intrascendente en lo
clasificatorio, puesto que los de Villa Maipú ya habían sellado su regreso a la
élite del fútbol argentino, Lisandro tuvo la oportunidad de disfrutar su primer
encuentro a nivel profesional. Lo hizo en un marco festivo, lleno de
celebraciones, el panorama absolutamente antitético de lo que iba a vivir menos
de un año después.
HUYENDO DEL INFIERNO PARA TOCAR EL CIELO
Lichi,
como es conocido en su Villa Constitución natal, rápidamente descubrió que el
profesionalismo puede llegar a ser muy cruel. “El descenso es feo, triste, no
se lo deseo a nadie. La hinchada de Chacarita no se lo merecía. No les respondimos.
En el fútbol no todo son buenas vivencias pero no pensé que me tocarían las
malas tan temprano” recuerda el espigado central en referencia al mal trago
vivido en 2010. El Funebrero no pudo alcanzar la permanencia y eso fue un duro
golpe para algunos jugadores procedentes de sus divisiones inferiores pero
algunos como Lisandro, pese a su escasa experiencia, recibieron ofertas de
varios clubes de Primera. Argentinos Juniors y Godoy Cruz llamaron a la puerta
del joven zaguero, que decidió que su nuevo destino iba a ser Sarandí.
En el
club presidido por Julio Ricardo Grondona encontró la estabilidad definitiva
para continuar con su prometedora progresión. Desde su llegada disfrutó de la
titularidad con asiduidad y firmó buenas situaciones que ayudaron a su nuevo
equipo a encadenar buenos resultados para mejorar su promedio de puntos y
eludir el fantasma del descenso que tan impactantes recuerdos dejó en Lisandro
durante el inicio de su andadura en Chacarita. Las buenas sensaciones al
finalizar su primer año como jugador de Arsenal se iban a incrementar durante
mediados del año 2011, cuando Guillermo Burdisso llegó al club.
Con el
paso de los partidos Lisandro y Guillermo se fueron acoplando y se convirtieron
en una de las parejas de centrales más interesantes del campeonato argentino.
Eran el terror de delanteros y zagueros a partes iguales. Sólidos en tareas
defensivos y muy peligrosos en sus irrupciones ofensivas aprovechando las
jugadas de estrategia. El Apertura 2011 les sirvió para presentarse en sociedad
y el Clausura 2012 les catapultó definitivamente a la fama. Burdisso se fue a
Boca, que también se interesó por su compañero en el eje de la retaguardia.
Antes, Grondona ya había rechazado ofertas de equipos europeos y brasileños.
Admirador
de Demichelis y Piqué, Lisandro está comenzando a fraguar una buena pareja con
Braghieri dentro de un Arsenal que sufre bastante más de lo que lo hacía apenas
dos meses atrás. Aún así, la solidez del dúo en el eje de la zaga contribuyó en
gran medida para conquistar la recién inaugurada Supercopa argentina. Si
Sabella sigue teniendo tantos problemas en la última línea, tarde o temprano
deberá apostar por el central de Santa Fe. Su futuro está impregnado de
tonalidad albiceleste. Por esa llamada del seleccionador puede pasar el
comienzo de un efecto dominó que le impulse a cruzar el charco para probar
suerte en el viejo continente. Italia e Inglaterra son sus destinos preferidos,
pero el mejor amigo de la pizarra sabe que la calma, como en su juego, es uno
de los factores determinantes para continuar con éxito su carrera.
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