Basta
con echar una ojeada a los diarios deportivos italianos en el mes de enero para
darse cuenta de que la forma de entender el mercado de traspasos es totalmente
particular en ese país. El Calciomercato
es un continuo hervidero de rumores sobre transacciones de futbolistas al que
no escapa ningún equipo. Trueques, cesiones y continuas idas y vueltas de
jugadores bajo la fórmula de copropiedad dentro de una espiral en la que
algunos clubes actúan en el sentido más estrictamente empresarial. El Genoa es
una de las entidades que mejor ejemplifica esa tendencia. Acostumbrado a
compartir canteranos con Inter y AC Milan para engrosar su sector juvenil, el Grifone se está caracterizando en los
últimos tiempos por impulsar a jóvenes talentos a los grandes conjuntos de
Italia sin apenas haberles dado la oportunidad de brillar en el Luigi Ferraris.
Si primero fue El Shaarawy, todo indica que el siguiente en continuar la senda
emprendida por el italo-egipcio será el guardameta que compartió sus éxitos en
las divisiones inferiores del club rossoblu,
el prometedor Mattia Perin.
Perin es un
espigado guardameta que combina unos extraordinarios reflejos con una agilidad
felina. Un portero salvador, de esos que levantan al espectador con sus
intervenciones, tan plásticas como espectaculares. Físicamente cuenta con los
atributos necesarios para ofrecer un extraordinario desempeño bajo los tres
palos. Es alto, ágil y demuestra celeridad en la reacción ante los remates
rivales, aunque su masa corporal liviana parece penalizarle en las salidas,
donde no muestra todas las garantías que debiera en los envíos aéreos. Potente
en el salto, abusa del despeje de puños o confía en su buen hacer en la
estirada antes que abandonar la línea de gol para atajar el peligro que procede
de los costados. Elástico, se muestra prácticamente inexpugnable cuando el
rival le prueba desde larga distancia por su facilidad para cubrir toda la
superficie de su portería. Jerárquico, su altura le penaliza en la velocidad de
ejecución de algunos movimientos y necesita mejorar su juego de pies para que
su equipo se vea beneficiado en el inicio de la jugada.
Frío
como el hielo, demuestra la personalidad de los grandes guardametas en el
desafío individual con el delantero. No gana el duelo por aventajarle en
colocación a través del achique sino que le propone un reto mayor, espera
paciente para desviar su remate haciendo gala de sus extraordinarios reflejos.
En lo que respecta a su colocación bajo palos, exprime su físico sometiéndolo a
un continuo ejercicio cuando el rival merodea su área. Flexiona sus rodillas de
manera ostensible, junta sus articulaciones para buscar impulso y reacciona de
manera explosiva escudándose en su potencia en la estirada para llegar a cualquier
rincón de su meta. Muy lejos de la perfección en el blocaje, no suele conceder
segundas oportunidades gracias a la buena orientación de sus despejes y cuando se
equivoca y no aborta el peligro reacciona con celeridad para encadenar
intervenciones salvadoras. Confiado en sus posibilidades, aún muestra lagunas
de concentración pero denota fortaleza mental para sobreponerse a sus errores.
Nacido
el 10 de noviembre de 1992 en la ciudad italiana de Latina, Mattia Perin inició
su trayectoria bajo los tres palos enrolado en modestos clubes de su región
natal como el Vigor Cisterna y el Nuova Latina Isonzo, encontrando su trampolín
cuando era un preadolescente de la mano del Pistoiese. Corría el verano de 2006
y una tarde marcaría el futuro en la portería de un imberbe Mattia. Fue
convocado para una prueba en la ciudad toscana y los técnicos se quedaron
prendados de sus excelentes condiciones. “Buscábamos un portero para nuestro
equipo cadete y a Capostrada llegó este chico con ganas de mostrarse. Bastaron pocos
minutos para saber que tenía todas las condiciones” reconoce orgulloso Simone
Mazzoncini, cazatalentos del club que recibió la bendición del entrenador de
porteros para incorporar al diamante en bruto que tenían delante.
Perin
hizo las maletas y llegó a Pistoia, donde se ganó el respeto de todos por su
carácter extrovertido (como atestiguan las bromas que ahora cuenta orgulloso el
conductor del autobús del club) y sus buenas paradas dentro del terreno de
juego, enfrentándose a rivales que le superaban en edad. Recuerda Mazzoncini
que con 14 años ya tenía cualidades que no se apreciaban ni en el guardameta de
la primera plantilla, por lo que no dudó en lanzar optimistas previsiones sobre
su carrera: “no sé dónde llegará, pero seguro que se convertirá en futbolista”
afirmaba sobre un chico que aún no había vivido ni una quincena de primaveras.
Sin embargo, por aquel entonces llegó la primera desilusión para el joven
guardameta. “Con la camiseta del Pistoiese jugué un amistoso contra la
Fiorentina. Lo hice bien y me propusieron una semana de prueba, pero al final
no se hizo porque me dijeron que tenía un físico muy grácil” recuerda ahora
Perin.
LA GENERACIÓN DORADA ROSSOBLU
No le
importó su estructura física a los ojeadores del Genoa, que dos años más tarde
le incorporaron a su sector juvenil. Allí formó parte de una de las mejores
generaciones de canteranos del club rossoblu.
El Shaarawy ponía el desequilibrio y el talento en la zona ofensiva
mientras que Perin aportaba la seguridad bajo palos. Fue la fórmula perfecta
para arrasar en la categoría Primavera,
en la que el Grifone se proclamó
doble campeón (Campionato y Supercoppa) durante la temporada 2009-2010.
Gasperini, técnico del primer equipo durante ese momento, seguía su progresión
con expectación pero no quiso anticipar su debut para no enturbiar su brillante
porvenir. Un estreno que llegó en mayo de 2011 en un duelo frente al Cesena en
las últimas jornadas del campeonato.
Su
ciclo formativo en las divisiones inferiores del club había concluido pero la
contratación de Frey dificultaba sobremanera su capacidad para gozar de minutos
en el primer equipo. Fue por ello que se acordó su cesión al Padova, un
conjunto que había estado a punto de ascender a la máxima categoría gracias al
liderazgo de El Shaarawy. Como su compañero de generación, Perin encontró en el
norte de Italia el escenario idóneo para dar un paso al frente en su
progresión. Aunque vivió un inicio de campaña a la sombra de Pelizzoli,
finalmente logró hacerse con el puesto a base de espectaculares actuaciones que
le granjearon el galardón de mejor portero de la Serie B.
Tras
demostrar toda su valía en la división de plata del fútbol italiano, numerosos
conjuntos del país se interesaron por su cesión al comprobar que el galo Frey
continuaba al frente de la portería en el Luigi Ferraris. Fue el Pescara quien
se llevó el gato al agua, en una operación cimentada en la confianza que el
club del delfino ha depositado en los
jóvenes durante las últimas campañas. Pese a que sus comienzos en el Stadio
Adriático fueron difíciles por los malos resultados colectivos, tras el cambio
de técnico el equipo ha experimentado una mejoría y permite mostrar todo su
potencial a su joven guardameta, que pese a ser el más goleado del campeonato
también es el que realiza un mayor número de intervenciones.
Su
espectacular momento de forma ha disparado las afirmaciones que le señalan como
sucesor de su ídolo, una comparación que él mismo se ha encargado de desmentir.
“Porteros como Buffon nacen cada 40 años. Entre Gigi y yo solo hay 20 años de
diferencia, así que desafortunadamente no podré alcanzar ese nivel” reconoce
Perin en una mezcla de humor y humildad. Es el portero de moda en el fútbol
italiano y los grandes clubes del país le miran con lupa al igual que el
Manchester City, donde ha despertado el interés de su compatriota Mancini. “El
chico ahora necesita que le dejen en paz para mostrar a la gente lo que puede
hacer. Veremos qué pasa en el futuro” afirma Enrico Preziosi, máximo mandatario
del Genoa, club en el que el joven guardameta desea afianzarse. Por el momento,
madura en Pescara con Marassi en el horizonte. Su camino en la élite no ha
hecho más que comenzar.
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