domingo, 3 de febrero de 2013

MATTIA PERIN

Basta con echar una ojeada a los diarios deportivos italianos en el mes de enero para darse cuenta de que la forma de entender el mercado de traspasos es totalmente particular en ese país. El Calciomercato es un continuo hervidero de rumores sobre transacciones de futbolistas al que no escapa ningún equipo. Trueques, cesiones y continuas idas y vueltas de jugadores bajo la fórmula de copropiedad dentro de una espiral en la que algunos clubes actúan en el sentido más estrictamente empresarial. El Genoa es una de las entidades que mejor ejemplifica esa tendencia. Acostumbrado a compartir canteranos con Inter y AC Milan para engrosar su sector juvenil, el Grifone se está caracterizando en los últimos tiempos por impulsar a jóvenes talentos a los grandes conjuntos de Italia sin apenas haberles dado la oportunidad de brillar en el Luigi Ferraris. Si primero fue El Shaarawy, todo indica que el siguiente en continuar la senda emprendida por el italo-egipcio será el guardameta que compartió sus éxitos en las divisiones inferiores del club rossoblu, el prometedor Mattia Perin.

Perin es un espigado guardameta que combina unos extraordinarios reflejos con una agilidad felina. Un portero salvador, de esos que levantan al espectador con sus intervenciones, tan plásticas como espectaculares. Físicamente cuenta con los atributos necesarios para ofrecer un extraordinario desempeño bajo los tres palos. Es alto, ágil y demuestra celeridad en la reacción ante los remates rivales, aunque su masa corporal liviana parece penalizarle en las salidas, donde no muestra todas las garantías que debiera en los envíos aéreos. Potente en el salto, abusa del despeje de puños o confía en su buen hacer en la estirada antes que abandonar la línea de gol para atajar el peligro que procede de los costados. Elástico, se muestra prácticamente inexpugnable cuando el rival le prueba desde larga distancia por su facilidad para cubrir toda la superficie de su portería. Jerárquico, su altura le penaliza en la velocidad de ejecución de algunos movimientos y necesita mejorar su juego de pies para que su equipo se vea beneficiado en el inicio de la jugada.

Frío como el hielo, demuestra la personalidad de los grandes guardametas en el desafío individual con el delantero. No gana el duelo por aventajarle en colocación a través del achique sino que le propone un reto mayor, espera paciente para desviar su remate haciendo gala de sus extraordinarios reflejos. En lo que respecta a su colocación bajo palos, exprime su físico sometiéndolo a un continuo ejercicio cuando el rival merodea su área. Flexiona sus rodillas de manera ostensible, junta sus articulaciones para buscar impulso y reacciona de manera explosiva escudándose en su potencia en la estirada para llegar a cualquier rincón de su meta. Muy lejos de la perfección en el blocaje, no suele conceder segundas oportunidades gracias a la buena orientación de sus despejes y cuando se equivoca y no aborta el peligro reacciona con celeridad para encadenar intervenciones salvadoras. Confiado en sus posibilidades, aún muestra lagunas de concentración pero denota fortaleza mental para sobreponerse a sus errores.

Nacido el 10 de noviembre de 1992 en la ciudad italiana de Latina, Mattia Perin inició su trayectoria bajo los tres palos enrolado en modestos clubes de su región natal como el Vigor Cisterna y el Nuova Latina Isonzo, encontrando su trampolín cuando era un preadolescente de la mano del Pistoiese. Corría el verano de 2006 y una tarde marcaría el futuro en la portería de un imberbe Mattia. Fue convocado para una prueba en la ciudad toscana y los técnicos se quedaron prendados de sus excelentes condiciones. “Buscábamos un portero para nuestro equipo cadete y a Capostrada llegó este chico con ganas de mostrarse. Bastaron pocos minutos para saber que tenía todas las condiciones” reconoce orgulloso Simone Mazzoncini, cazatalentos del club que recibió la bendición del entrenador de porteros para incorporar al diamante en bruto que tenían delante.

Perin hizo las maletas y llegó a Pistoia, donde se ganó el respeto de todos por su carácter extrovertido (como atestiguan las bromas que ahora cuenta orgulloso el conductor del autobús del club) y sus buenas paradas dentro del terreno de juego, enfrentándose a rivales que le superaban en edad. Recuerda Mazzoncini que con 14 años ya tenía cualidades que no se apreciaban ni en el guardameta de la primera plantilla, por lo que no dudó en lanzar optimistas previsiones sobre su carrera: “no sé dónde llegará, pero seguro que se convertirá en futbolista” afirmaba sobre un chico que aún no había vivido ni una quincena de primaveras. Sin embargo, por aquel entonces llegó la primera desilusión para el joven guardameta. “Con la camiseta del Pistoiese jugué un amistoso contra la Fiorentina. Lo hice bien y me propusieron una semana de prueba, pero al final no se hizo porque me dijeron que tenía un físico muy grácil” recuerda ahora Perin.

LA GENERACIÓN DORADA ROSSOBLU
No le importó su estructura física a los ojeadores del Genoa, que dos años más tarde le incorporaron a su sector juvenil. Allí formó parte de una de las mejores generaciones de canteranos del club rossoblu. El Shaarawy ponía el desequilibrio y el talento en la zona ofensiva mientras que Perin aportaba la seguridad bajo palos. Fue la fórmula perfecta para arrasar en la categoría Primavera, en la que el Grifone se proclamó doble campeón (Campionato y Supercoppa) durante la temporada 2009-2010. Gasperini, técnico del primer equipo durante ese momento, seguía su progresión con expectación pero no quiso anticipar su debut para no enturbiar su brillante porvenir. Un estreno que llegó en mayo de 2011 en un duelo frente al Cesena en las últimas jornadas del campeonato.

Su ciclo formativo en las divisiones inferiores del club había concluido pero la contratación de Frey dificultaba sobremanera su capacidad para gozar de minutos en el primer equipo. Fue por ello que se acordó su cesión al Padova, un conjunto que había estado a punto de ascender a la máxima categoría gracias al liderazgo de El Shaarawy. Como su compañero de generación, Perin encontró en el norte de Italia el escenario idóneo para dar un paso al frente en su progresión. Aunque vivió un inicio de campaña a la sombra de Pelizzoli, finalmente logró hacerse con el puesto a base de espectaculares actuaciones que le granjearon el galardón de mejor portero de la Serie B.

Tras demostrar toda su valía en la división de plata del fútbol italiano, numerosos conjuntos del país se interesaron por su cesión al comprobar que el galo Frey continuaba al frente de la portería en el Luigi Ferraris. Fue el Pescara quien se llevó el gato al agua, en una operación cimentada en la confianza que el club del delfino ha depositado en los jóvenes durante las últimas campañas. Pese a que sus comienzos en el Stadio Adriático fueron difíciles por los malos resultados colectivos, tras el cambio de técnico el equipo ha experimentado una mejoría y permite mostrar todo su potencial a su joven guardameta, que pese a ser el más goleado del campeonato también es el que realiza un mayor número de intervenciones.

Su espectacular momento de forma ha disparado las afirmaciones que le señalan como sucesor de su ídolo, una comparación que él mismo se ha encargado de desmentir. “Porteros como Buffon nacen cada 40 años. Entre Gigi y yo solo hay 20 años de diferencia, así que desafortunadamente no podré alcanzar ese nivel” reconoce Perin en una mezcla de humor y humildad. Es el portero de moda en el fútbol italiano y los grandes clubes del país le miran con lupa al igual que el Manchester City, donde ha despertado el interés de su compatriota Mancini. “El chico ahora necesita que le dejen en paz para mostrar a la gente lo que puede hacer. Veremos qué pasa en el futuro” afirma Enrico Preziosi, máximo mandatario del Genoa, club en el que el joven guardameta desea afianzarse. Por el momento, madura en Pescara con Marassi en el horizonte. Su camino en la élite no ha hecho más que comenzar.


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