“Somos un equipo y un solo
corazón”. Las palabras las pronunció Rajkovic, que ejerció de capitán también
en los micrófonos, para describir el porfiado título de su selección, que
derrotó a Brasil con un gol de Maksimovic en los compases finales de la
prórroga, la cuarta consecutiva en el torneo para los balcánicos. Agarrados a
esa fe inquebrantable, el conjunto dirigido por Veljko Paunovic conquistó de
manera sorprendente su primer entorchado mundial en la categoría desde su
constitución como nación. El joven portero del Estrella Roja fue el líder de
una prometedora generación que recoge el testigo de esa pléyade de estrellas
que defendió la casaca de Yugoslavia hasta lograr el triunfo final en el
Mundial juvenil de 1987 celebrado en Chile. 18 años después, un corajudo grupo
de jóvenes devolvió las celebraciones a Belgrado con sus proezas en un
campeonato que siempre deja nombres propios que conviene recordar.
Rajkovic (Estrella Roja: 31/10/1995)
El mejor portero de la
competición y principal artífice del histórico triunfo de su selección es un
coloso que ha hecho valer en Nueva Zelanda la experiencia derivada de defender
con solvencia el marco de un histórico de su país como el Estrella Roja.
Guardameta de personalidad arrolladora, justifica el brazalete de capitán con
su gran liderazgo. Sabe espolear a sus compañeros y muestra el lenguaje
corporal de un veterano para ofrecer pausa cuando los suyos están sufriendo.
Muy disciplinado en la colocación bajo palos, achica rápido para reducir el
ángulo de disparo al atacante y reacciona con eficacia escudado en sus
espectaculares reflejos. Intenso para desbaratar segundas opciones, atesora potencia en la estirada para llegar
bien a palos.
Guruceaga (Peñarol: 15/3/1995) |
Steffen es un
guardameta de extraordinarias condiciones físicas. Espigado, tremendamente ágil
y veloz para desplazarse lateralmente interpretando bien el curso de la jugada.
Completo también técnicamente, no explota su envergadura en el juego aéreo. Guruceaga es un arquero muy sobrio, con una confianza en
sí mismo que provoca que sea muy difícil de superar en el mano a mano y que
conjuga envergadura con agilidad. Poco dado a los artificios, ofrece mucha
seguridad a su zaga. Jean logró
encadenar más de 500 minutos sin recoger el balón de dentro de su
portería. Un cancerbero con buena
colocación, ágil y ducho en el juego de pies, pero con algunas dudas a la hora
de desbaratar envíos cruzados.
Sarnavskiy es un
portero atípico en categorías inferiores. Dominador de las disputas aéreas,
talón de Aquiles de muchos compañeros de demarcación especialmente en su etapa
formativa, su confianza le ayuda a desbaratar numerosas ocasiones de peligro
rivales en situaciones de desventaja. Djigui
Diarra es un guardameta de escasa envergadura, pero de gran agilidad y
buenos reflejos. Irregular, es tan espectacular como impredecible. En una
generación con una propuesta muy conservadora como la austriaca, un guardameta
como Casali, que transmitía
constantemente sensación de seguridad, no
tardó en asumir un rol capital. Imponente envergadura aderezada con
inteligencia para interpretar el curso de la jugada que debe mostrar más
decisión a la hora de abandonar la línea de gol. Ibou Sy fue la gran revelación de la portería, pues no se esperaba
ni su titularidad y acabó siendo una de las principales bazas en la cuarta plaza
de Senegal. Reflejos felinos se conjugan en este especialista en el desafío
desde los once metros que necesita mejorar técnicamente. Andre Moreira es un portero sobrio y de gran presencia física, con
capacidad para dominar su área pero poco explosivo para reaccionar cuando
concede segundas oportunidades.
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