Los
galardones individuales otorgados por la FIFA atestiguaron el gran nivel de la
mayoría de selecciones en la zona ancha a lo largo del torneo. Tanto el balón
de oro como el de plata y el de bronce del Mundial fueron a parar al palmarés
individual de unos jóvenes centrocampistas que sobresalieron dentro del excelso
nivel de la demarcación. Una competición con intensas batallas en la medular
que obligaron a decidir muchos encuentros desde los once metros en territorio
neozelandés. En la intensa partida de ajedrez en la que se convirtieron muchos
encuentros, la histórica campeona Serbia supo sacar ventaja de la inteligencia
de su sala de máquinas, cuyo líder, Maksimovic, acabaría anotando el último, y
por ende decisivo, gol.
Danilo Barbosa: 28/2/1995 |
Capitán
general de la sala de máquinas brasileña, impuso el diapasón en la medular de
una selección verdeamarela que fue de
menos a más hasta acariciar su sexta corona de la categoría. La jurisdicción de
la zona ancha en suelo neozelandés fue suya durante todo el torneo merced a su
rigor táctico, imponente presencia física y vigorosidad en los balones
divididos. Belicoso en las disputas aéreas, a su talla añade una potente
capacidad de salto que le confiere efectividad y plasticidad a partes iguales.
Feroz hasta superar el límite cuando trata de abortar el peligro en situaciones
de inferioridad numérica, contabiliza recuperaciones con la misma facilidad con
la que distribuye juego amparado en su precisión en el pase corto sin renunciar
a los cambios de orientación.
Maksimovic: 26/1/1995 |
Trabajador
silencioso y piedra angular de la selección campeona, volvió a exponer, al
igual que en el Europeo sub 19 conquistado por su país hace dos veranos en
Lituania, que no se requiere un despliegue físico titánico para cortocircuitar
el juego ofensivo adversario y tiranizar bajos sus designios la zona de ancha.
Dotado de una inteligencia superior a la media, controla todo lo que sucede a
su alrededor y apenas permite situaciones en las que el rival se filtra a su
espalda para poner en aprietos al eje de la zaga. Pivote posicional horneado
bajo el molde del fútbol formativo moderno, siempre alerta a las coberturas y
coherente en los pases aunque no sean demasiado profundos. Atesora una buena
lectura para atacar los espacios desde segunda línea.
Andrija Zivkovic: 11/7/1996 |
El
futbolista con mayor desequilibrio individual de todos cuantos se dieron cita
en el último mes en territorio neozelandés. Una daga que desangró a cualquier
zaguero que pretendió hacerle frente sin superioridad numérica. Letal en el uno
contra uno, destapó su vertiginosa conducción con el costado diestro como punto
de partida en una lacerante diagonal que fue una de las armas de su variado
arsenal. Francotirador a balón parado, explosivo e inteligente para atraer
rivales y deshacerse de la posesión del cuero cuando su lateral le doble, ataca
con acierto los espacios a la espalda de la zaga rival escudado en su velocidad.
Su inusitada facilidad para desequilibrar le obnubila en alguna ocasión
induciéndole al individualismo, pero conjuga facilidad goleadora y precisión en
la asistencia. Marca las diferencias.
Adama Traore: 28/6/1995 |
No
pudo llevar a su selección hasta la final y tuvo que conformarse con la tercera
plaza, pero el balón de oro que le otorgó la FIFA habla alto y claro del
derroche de talento que exhibió a lo largo del torneo. Hizo y deshizo a su
antojo en la zona de tres cuartos, imprimiendo pausa o acelerando la jugada con
asociaciones de alta escuela en el balcón del área. Indescifrable merced a su
espectacular manejo de ambas piernas, su bajo centro de gravedad y su agilidad
mental eran un dolor de muelas para todos sus marcadores, que no podían apagar
su dinamismo ni contrarrestar sus controles orientados, esporádicamente más
efectistas que efectivos. Brillante en los golpes francos, es una amenaza para
los guardametas por su habilidad para encontrar las esquinas de la portería con
remates desde media distancia.
Sergej Milinkovic-Savic: 27/2/1995 |
El
balón de bronce del torneo fue otra de las grandes amenazas ofensivas del
combinado campeón. Creativo para asociarse con sus compañeros de vanguardia, es
dinámico y no se lo piensa dos veces a la hora de armar el golpeo. Tiene un
cañón en su pierna derecha y es eficaz tanto en movimiento como a balón parado.
No se mueve con rapidez pero sí con elegancia y es capaz de generar peligro al
contragolpe amparado en su potente zancada. Ya formado físicamente, aunque aún
tiende a la desconexión nunca rehúye el choque y ofrece la variante del juego
directo por su facilidad para generar segundas jugadas con su alto porcentaje
de éxito en las disputas aéreas. Inteligente en la lectura de juego y
oportunista.
Podstawski; 30/1/1995 |
Podstawski fue
el líder en la medular de una selección portuguesa muy sólida. Astuto para
recuperar balones sin necesidad de un despliegue mayúsculo y pulcro con el
balón en los pies, sin grandes alardes pero con un volumen de pérdidas bajísimo.
Su compañero en la sala de máquinas lusa, Raphael
Guzzo, asumió las labores de organización. Poseedor de un buen nivel
técnico, imaginativo y con facilidad para sorprender con sus incorporaciones
desde segunda línea, necesita progresar en su aportación sin balón. Hyndman atesora todos los atributos
para convertirse en un llegador de primer nivel: timming, lectura de juego y sangre fría en la definición. Nández fue el hombre escoba ‘charrúa’,
infatigable en su recorrido para maniatar a los mediapuntas adversarios y
permitir, con sus coberturas, las irrupciones ofensivas de los laterales,
demostró personalidad para manejar el cuero sin ser un dechado de técnica.
Samassekou se
destapó como un mediocentro enérgico y de solvente desenvoltura asociativa.
Vertical para descolgarse y pisar área rival para exhibir su buen golpeo,
necesita progresar en la parcela táctica para no descompensar a su equipo. Zelalem mostró destellos de su
descomunal talento, pero lo hizo a cuentagotas. Falto de regularidad, su
posición cerca del costado izquierdo tampoco contribuyó a su continuidad en el
juego. Punto de partida que también le fue asignado a Zapata, irreverente en el sentido más positivo del término para
enriquecer el ataque posicional de una espesa selección colombiana. Descarado y
con personalidad para asumir la iniciativa de la jugada en cualquier rincón del
frente de ataque, aúna pegada y clarividencia en el balcón del área, pero sufre
cuando el ritmo del encuentro se eleva. Erick
Aguirre lució su educado pie izquierdo y facilidad para encontrar
posiciones francas con las que amenazar gracias a su peligroso disparo desde
media distancia. Buenos fundamentos técnicos empañados por una intermitencia
que fue demasiada losa para su selección, que no pudo superar la fase de
grupos.
Sidy Sarr fue el
líder de la selección senegalesa que logró una meritoria cuarta plaza. Espigado
centrocampista zurdo de potente zancada e imperial juego aéreo. Se sumó al
ataque con tanto acierto como frecuencia sin renunciar a la generosidad el
esfuerzo para apoyar a sus compañeros de medular en tareas de recuperación. Su
socio en la zona ancha, Mamadou Ndiaye, se
mostró enérgico para bloquear los pasillos interiores pero bisoño para guardar
la posición y conceder ventajas a la línea de mediapuntas rival. Zdjelar fue el sostén de la campeona,
lúcido para interpretar el curso de la jugada, bloqueó infinidad de
transiciones ofensivas peligrosas sin necesidad de recurrir a la falta. Toca
con premura y simplicidad y encuentra a compañeros alejados con su destreza en
el desplazamiento largo. Weigl se
mostró como un volante mixto con buena capacidad de posicionamiento y elegancia
a la hora de llevar el cuero a las bandas sin retener el balón en sus pies. Su
intermitencia lastra un rendimiento que todavía no le permite asumir el timón
del equipo con plenas garantías.
Gastón Pereiro: 11/6/1995 |
Gastón Pereiro
aglutina inteligencia entre líneas y pegada. Académico en los controles,
exprime su envergadura para agregar a su buen golpeo desde media distancia otra
baza anotadora. Impertérrito en la finalización de las jugadas, suple con
agilidad mental y habilidad en su pierna izquierda la falta de explosividad en
carrera. Obligado a hacer las maletas antes que sus compañeros debido a una lesión,
a Stendera le dio tiempo a exhibir
su precisión a balón parado, su habilidosa conducción en carrera y su potencia
en la arrancada engalanada con su olfato goleador. Kalmar se confirmó como un mediapunta de gran capacidad técnica,
excelente manejo de ambas piernas y astucia para emplear su estructura corporal
cuando necesita conservar la posesión del cuero. Su envergadura le resta
velocidad y necesita ganar en regularidad para marcar las diferencias.
Boschilia es un
vertical mediapunta de extraordinario golpeo de balón. A diferencia de otras
ocasiones, donde los costados eran su punto de partida, ocupó la zona central
y, desde allí, certificó su buen manejo de las transiciones ofensivas, merced a
su gran regate en carrera, y su olfato goleador. Aún con margen de mejora en la
toma de decisiones. Yaw Yeboah reunió
dinamismo, capacidad de desborde y habilidad para salir airoso de la presión en
espacios reducidos. Se prodiga en el eslalon y define con sangre fría ante el
portero, pero la irregularidad lastra su rendimiento. Iheanacho reúne creatividad y acierto goleador en una estética
pierna izquierda capaz de servir dañinos envíos a la espalda de la zaga
adversaria. Desequilibrante tanto desde el plano individual como desde el
colectivo, necesita pulir su intermitencia. Un aspecto a mejorar también para Andreas Pereira, capaz de sortear
rivales con suma facilidad escudado en su vistoso dribbling, así como de generar confusión a espaldas de la pareja de
mediocentros y disparar con clase a las esquinas de la portería, pero
excesivamente discontinuo y evasivo ante la pugna física.
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