sábado, 4 de julio de 2015

INFORME MUNDIAL SUB 20 NUEVA ZELANDA (ATACANTES)


No fue el torneo más propicio para los arietes. Nadie logró superar los cinco goles y nadie mostró con rotundidad su candidatura para convertirse en uno de los mejores matadores del área a nivel mundial a medio o largo plazo. Sin el brillo de los finalizadores puros, emergieron los extremos que aunaron capacidad de desequilibrio y olfato anotador.

Mervo: 5/3/1995
Estrenó demarcación y su reconversión a delantero centro no pudo ser más acertada. Como referente ofensivo de la selección húngara anotó cinco goles demostrando su abanico de recursos en la finalización de las jugadas y solamente el mayor número de asistencias de Kovalenko le privó de conquistar la bota de oro de la competición. Corpulento para desenvolverse con eficacia de espaldas a portería, protege bien el esférico y, aunque no es un dechado de técnica, dejó algún detalle de habilidad en espacios reducidos. Ataca bien los espacios y demuestra astucia para anticiparse a los centrales en los envíos de sus compañeros desde el costado. Dinámico y buen cabeceador, fue de más a menos en el torneo.

Andre Silva: 6/11/1995
André Silva es un ariete voraz. Oportunista, inteligente, corpulento y raudo para finalizar la jugada con un amplio abanico de recursos. Inteligente en el desmarque y ortodoxo fuera del área para dar continuidad a la circulación ofensiva, su mentalidad ambiciosa puede jugarle malas pasadas delante del portero. Rubio Rubin es un delantero dinámico, que ataca bien los espacios y sagaz para sacar rédito de cualquier balón suelto delante del área. Echa en falta mayor corpulencia para exprimirse como única punta en el juego de espaldas. Mamadou Thiam es un ariete robusto, vigoroso en el cuerpo a cuerpo y con facilidad para armar, sin titubeos, su pierna en las inmediaciones del área. Su estatismo y carencias técnicas pueden ser obstáculos que frenen su progresión. Biesedin es un atacante de inteligentes movimientos que generan espacios para su propio beneficio y el de sus compañeros de vanguardia, pero bastante errático en la definición.

Franco Acosta: 5/3/1996
Santos Borré es un delantero de superlativa lectura de juego y lúcida movilidad que estuvo muy lejos de su mejor volumen de productividad en el frente de ataque. Apenas dejó una magnífica asistencia en el primer encuentro del torneo y su sangre fría en el mano a mano para estrenar su casillero goleador. Su socio en la vanguardia colombiana, Joao Rodríguez, se reivindicó demostrando su buen golpeo a balón parado y sensibilidad para atacar los espacios a la espalda de los centrales. Jean Carlos, habitual extremo en la cantera madridista, ejerció como referente ofensivo de la selección brasileña y, aunque apenas vio puerta, contribuyó al buen funcionamiento ofensivo de los de Rogerio Micale. Su corpulencia no está reñida con el buen manejo de balón. Franco Acosta es un punta con instinto asesino, liviano para resistir el choque con zagueros corpulentos, pero inteligente para caer a los costados generando peligro y gélido en el uno contra uno con el guardameta.

Ángel Correa, distante de su mejor rendimiento arrastrado por el caótico funcionamiento colectivo argentino, exhibió su cambio de ritmo y oportunismo para sacar provecho de su habilidad en el regate y sangre fría en la finalización de las jugadas. Kovalenko, desde su posición por detrás del punta, logró coronarse como máximo artillero merced a su acierto en la ejecución de libres directos, inteligencia para atacar los espacios y precisión a la hora de encontrar los huecos idóneos para castigar a los guardametas apareciendo por sorpresa dentro del área. Su compañero en el frente de ataque, Kabaiev, diestro acostado a la banda izquierda, hizo de la diagonal un quebradero de cabeza para todos los laterales que le sufrieron, pero le lastró su intermitencia. Gelson Rodrigues fue un torbellino partiendo desde ambas orillas del campo. Centelleante, a su insultante facilidad para el desborde y la osadía de sus movimientos agregó eficacia en el disparo desde fuera del área.

Gbakle: 20/12/1995
Arriola fue un puñal por el costado diestro, pura verticalidad no siempre bien rentabilizada por sus errores a la hora de seleccionar la mejor opción para finalizar la jugada. Compartió demarcación con el estadounidense de ascendencia mexicana Luchkevych, extremo ucraniano de vertiginosa conducción en ocasiones pasado de revoluciones pero siempre incisivo. Cerca de la línea de cal pero con un radio de acción más amplio completó una gran competición Gbakle, con la osadía como base de su juego. Con buen manejo de ambos perfiles, exhibió un amplio catálogo de recursos para el desborde y un peligroso disparo desde media distancia. Más discreto que de costumbre, Rony Lopes dejó destellos de su verticalidad y su peligroso cambio de ritmo. Yahaya, desde su ubicación inicial en el flanco izquierdo del ataque, se movió con libertad por zonas interiores para manifestar su juego irreverente plagado de engaño al zaguero y contundente para culminar las jugadas sin necesidad de pisar la zona de castigo.

Gabriel Jesus es un extremo bullicioso, eficaz y descarado en el regate e inteligente para asociarse con su lateral. Necesita seleccionar con mayor acierto cuando soltar el balón y cuando retenerlo, así como reponerse mentalmente con más premura cuando sus primeros desafíos individuales en la banda no son exitosos. Ivo Rodrigues, al igual que el brasileño, también demuestra una innata facilidad para el desborde y alta porcentaje de éxito en el uno contra uno ya sea cerca de la línea de la cal o en zonas interiores. Atributos que combina con oportunismo para aportar su sello en el apartado anotador. Unos guarismos que no fueron todo lo brillantes que cabría esperar en el referente ofensivo de la selección campeona como Saponjic, quien pese a todo anotó el gol que dio el pasaporte a los balcánicos a la final y se fajó haciendo la labor oscura para que otros compañeros como Zivkovic o Milinkovic-Savic brillasen.

Mandic: 27/2/1995
El delantero del Partizan, benjamín del conjunto dirigido por Veljko Paunovic, alternó la titularidad con Mandic, de potente zancada y generoso en el esfuerzo, que se movió con acierto lejos de portería sin renunciar a dejar su huella perforando las redes rivales como hizo en la gran final. Olfato que también manifestó Khamdamov, extremo zurdo uzbeco con capacidad para exprimir su potencia en carrera al espacio para definir con acierto delante del portero. Actuando como falso ‘9’ Mukhtar ofreció su pegada al cuadro germano. Violentos golpeos desde larga distancia, precisos remates al primer toque dentro del área y certeras ejecuciones a balón parado para completar su póker de dianas en la competición, empañado por su fallo desde los once metros en el cruce de cuartos de final ante Mali que desembocaría en la despedida teutona.

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