No fue el torneo más propicio para los arietes. Nadie logró superar los cinco goles y nadie mostró con rotundidad su candidatura para convertirse en uno de los mejores matadores del área a nivel mundial a medio o largo plazo. Sin el brillo de los finalizadores puros, emergieron los extremos que aunaron capacidad de desequilibrio y olfato anotador.
Mervo: 5/3/1995 |
Estrenó
demarcación y su reconversión a delantero centro no pudo ser más acertada. Como
referente ofensivo de la selección húngara anotó cinco goles demostrando su
abanico de recursos en la finalización de las jugadas y solamente el mayor
número de asistencias de Kovalenko le privó de conquistar la bota de oro de la
competición. Corpulento para desenvolverse con eficacia de espaldas a portería,
protege bien el esférico y, aunque no es un dechado de técnica, dejó algún
detalle de habilidad en espacios reducidos. Ataca bien los espacios y demuestra
astucia para anticiparse a los centrales en los envíos de sus compañeros desde
el costado. Dinámico y buen cabeceador, fue de más a menos en el torneo.
Andre Silva: 6/11/1995 |
André Silva es un
ariete voraz. Oportunista, inteligente, corpulento y raudo para finalizar la
jugada con un amplio abanico de recursos. Inteligente en el desmarque y
ortodoxo fuera del área para dar continuidad a la circulación ofensiva, su
mentalidad ambiciosa puede jugarle malas pasadas delante del portero. Rubio Rubin es un delantero dinámico,
que ataca bien los espacios y sagaz para sacar rédito de cualquier balón suelto
delante del área. Echa en falta mayor corpulencia para exprimirse como única
punta en el juego de espaldas. Mamadou
Thiam es un ariete robusto, vigoroso en el cuerpo a cuerpo y con facilidad
para armar, sin titubeos, su pierna en las inmediaciones del área. Su estatismo
y carencias técnicas pueden ser obstáculos que frenen su progresión. Biesedin es un atacante de inteligentes
movimientos que generan espacios para su propio beneficio y el de sus compañeros
de vanguardia, pero bastante errático en la definición.
Franco Acosta: 5/3/1996 |
Santos Borré es un
delantero de superlativa lectura de juego y lúcida movilidad que estuvo muy
lejos de su mejor volumen de productividad en el frente de ataque. Apenas dejó
una magnífica asistencia en el primer encuentro del torneo y su sangre fría en
el mano a mano para estrenar su casillero goleador. Su socio en la vanguardia
colombiana, Joao Rodríguez, se
reivindicó demostrando su buen golpeo a balón parado y sensibilidad para atacar
los espacios a la espalda de los centrales. Jean Carlos, habitual extremo en la cantera madridista, ejerció
como referente ofensivo de la selección brasileña y, aunque apenas vio puerta,
contribuyó al buen funcionamiento ofensivo de los de Rogerio Micale. Su corpulencia
no está reñida con el buen manejo de balón. Franco Acosta es un punta con instinto asesino, liviano para
resistir el choque con zagueros corpulentos, pero inteligente para caer a los
costados generando peligro y gélido en el uno contra uno con el guardameta.
Ángel Correa, distante
de su mejor rendimiento arrastrado por el caótico funcionamiento colectivo
argentino, exhibió su cambio de ritmo y oportunismo para sacar provecho de su
habilidad en el regate y sangre fría en la finalización de las jugadas. Kovalenko, desde su posición por detrás
del punta, logró coronarse como máximo artillero merced a su acierto en la
ejecución de libres directos, inteligencia para atacar los espacios y precisión
a la hora de encontrar los huecos idóneos para castigar a los guardametas apareciendo
por sorpresa dentro del área. Su compañero en el frente de ataque, Kabaiev, diestro acostado a la banda
izquierda, hizo de la diagonal un quebradero de cabeza para todos los laterales
que le sufrieron, pero le lastró su intermitencia. Gelson Rodrigues fue un torbellino partiendo desde ambas orillas del
campo. Centelleante, a su insultante facilidad para el desborde y la osadía de
sus movimientos agregó eficacia en el disparo desde fuera del área.
Gbakle: 20/12/1995 |
Arriola fue
un puñal por el costado diestro, pura verticalidad no siempre bien
rentabilizada por sus errores a la hora de seleccionar la mejor opción para
finalizar la jugada. Compartió demarcación con el estadounidense de ascendencia
mexicana Luchkevych, extremo
ucraniano de vertiginosa conducción en ocasiones pasado de revoluciones pero
siempre incisivo. Cerca de la línea de cal pero con un radio de acción más
amplio completó una gran competición Gbakle,
con la osadía como base de su juego. Con buen manejo de ambos perfiles, exhibió
un amplio catálogo de recursos para el desborde y un peligroso disparo desde
media distancia. Más discreto que de costumbre, Rony Lopes dejó destellos de su verticalidad y su peligroso cambio
de ritmo. Yahaya, desde su ubicación
inicial en el flanco izquierdo del ataque, se movió con libertad por zonas
interiores para manifestar su juego irreverente plagado de engaño al zaguero y
contundente para culminar las jugadas sin necesidad de pisar la zona de
castigo.
Gabriel Jesus es un
extremo bullicioso, eficaz y descarado en el regate e inteligente para
asociarse con su lateral. Necesita seleccionar con mayor acierto cuando soltar
el balón y cuando retenerlo, así como reponerse mentalmente con más premura
cuando sus primeros desafíos individuales en la banda no son exitosos. Ivo Rodrigues, al igual que el
brasileño, también demuestra una innata facilidad para el desborde y alta porcentaje
de éxito en el uno contra uno ya sea cerca de la línea de la cal o en zonas interiores.
Atributos que combina con oportunismo para aportar su sello en el apartado
anotador. Unos guarismos que no fueron todo lo brillantes que cabría esperar en
el referente ofensivo de la selección campeona como Saponjic, quien pese a todo anotó el gol que dio el pasaporte a los
balcánicos a la final y se fajó haciendo la labor oscura para que otros
compañeros como Zivkovic o Milinkovic-Savic brillasen.
Mandic: 27/2/1995 |
El
delantero del Partizan, benjamín del conjunto dirigido por Veljko Paunovic,
alternó la titularidad con Mandic, de
potente zancada y generoso en el esfuerzo, que se movió con acierto lejos de
portería sin renunciar a dejar su huella perforando las redes rivales como hizo
en la gran final. Olfato que también manifestó Khamdamov, extremo zurdo uzbeco con capacidad para exprimir su
potencia en carrera al espacio para definir con acierto delante del portero.
Actuando como falso ‘9’ Mukhtar ofreció
su pegada al cuadro germano. Violentos golpeos desde larga distancia, precisos
remates al primer toque dentro del área y certeras ejecuciones a balón parado
para completar su póker de dianas en la competición, empañado por su fallo
desde los once metros en el cruce de cuartos de final ante Mali que
desembocaría en la despedida teutona.
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