Entre 2004 y 2005, en plena
guerra entre dos bandos de la camorra napolitana, no era sencillo criarse en
Scampia, el barrio más conflictivo de Nápoles, una ciudad sacudida por el
crimen organizado y el narcotráfico. Se requería una fuerte personalidad para
no caer en las redes de la delincuencia. Los narcotraficantes buscan la
complicidad de familias alejadas de la vigilancia policial para esconder sus
alijos o los favores de niños que le sirvan como carteros para sus trapicheos.
Un panorama desesperanzador que
el periodista italiano Roberto Saviano describió en su libro titulado Gomorra.
“Vista desde fuera Scampia parece un lugar terrible, pero en realidad hay
personas buenas y malas como en otras partes. No he leído el libro de Saviano,
vi la serie de televisión que me causó una sensación rara: solo ven lo malo,
pero esas cosas no solamente pasan en Nápoles”, explicó a La Gazzetta dello Sport tras su debut en Serie A uno de los niños
criados en la primera década del siglo XXI en el peligroso barrio, restando
trascendencia a los estigmas que pesan sobre su lugar de origen. Ese niño
alcanzó la mayoría de edad el pasado mes de junio y responde al nombre de
Rolando Mandragora, el timón de la selección italiana sub 21.
“Tiene la cabeza de un
treintañero”, afirmó sobre él Gian Piero Gasperini después de encomendarle en
su debut en la élite del fútbol italiano una titánica misión, frenar a Pogba.
En el sistema de marcajes individuales que suele emplear el técnico piamontés,
la del potente centrocampista francés estaba asignada a un zurdo de 17 años que
iba a vivir un bautismo de fuego frente al campeón de Italia. Los genoveses
derrotaron a la Juventus y alumbraron a un diamante esa noche que se encargó de
anular a su pareja de baile gala. Cinco tackles
exitosos de seis efectuados y el 75% de los duelos individuales ganados
fueron las estadísticas que avalaron una brillante irrupción.
“Tal vez porque salí de casa a
los catorce años y tuve que aprender a arreglármelas solo”, fue la respuesta
que dio Mandragora cuando los periodistas los elogios de su técnico hacia su
mentalidad. Su sonrisa de oreja a oreja ante los medios no era por un simple
debut de ensueño, encerraba la recompensa de quien persiguió de manera indesmayable
sus deseos de infancia hasta convertirlos en realidad. “Atalanta, Palermo,
Chievo, Juve, la Roma hasta cinco veces, tres en Trigoria y dos en Nápoles.
Prácticamente hice el Giro de Italia, pero nada, parecía que no me quería
nadie. Al final llegó el Genoa y creyó en mí”, evocaba sobre su particular
odisea hasta irrumpir con éxito en el Luigi Ferraris.
Veinte pruebas durante su etapa
de formación como futbolista en las que gustaba su talento, pero era descartada
por “un físico demasiado grácil”. ‘Rolly’, como es denominado cariñosamente por
su entorno, no tiró la toalla y recibió la recompensa a su constancia en
Génova. Allí fue aceptado a los veinte minutos de uno de los amistosos de
captación que el club programa para incorporar a jóvenes a sus categorías
inferiores. Michele Sbravati, director deportivo del ‘Grifone’, quedó fascinado
por sus condiciones y con 14 años hizo las maletas y dejó su hogar para mudarse
a la Liguria.
“Estar solo no fue un problema,
creo que me ayudó mucho”, indica en un discurso opuesto al de aquellos jóvenes
que aluden a la nostalgia cuando rememorar el momento de abandonar el núcleo
familiar para unirse a un club lejos de su lugar de origen. El traslado fue el
que terminó de forjar su inquebrantable personalidad. A las órdenes de Marcello
Donatelli, su primer entrenador en los cadetes del Genoa, crece desde el punto
de vista táctico para dar más esplendor a su excelente desplazamiento de balón
con su pierna izquierda.
Otro centrocampista de fina zurda
como Fabio Liverani, por aquel entonces encargado de hacer progresar a las
jóvenes promesas de la cantera rossoblu, le
reclutó para el primer juvenil adelantando plazos en su segunda etapa en la
entidad. El que fuera mediocampista de la Lazio o el Palermo le alterna en la
base la jugada y a la izquierda del pivote obteniendo de él un excelente
rendimiento que acompaña con carácter, una combinación que le otorga el
brazalete de capitán a pesar de ser más joven que el resto de sus compañeros.
“Soy un centrocampista al que le
gusta tener el balón. Soy técnico, pero al mismo tiempo desarrollo labores de
contención. Mi forma de jugar se inspira un poco en Thiago Motta. Busco siempre
dar el máximo al servicio del equipo”, explica Mandragora, un jerarca delante
de la defensa con margen de mejora en cuanto a recorrido y manejo de su pierna
derecha, pero con rigor táctico y sedosa zurda. Condiciones que le granjearon
una estima por parte de todos los técnicos de la entidad. Ivan Juric le
ascendió al conjunto Primavera y
Liverani, que tomó las riendas del primer equipo, le brindó su primera
experiencia con el plantel profesional en un encuentro amistoso. Más tarde
llegó ese estreno de la mano de Gasperini que desató esa catarata de elogios
hacia su figura.
Frustrada incorporación al Napoli
Como cualquier niño napolitano,
Rolando soñaba con llegar a jugar algún día con la camiseta del club de su
ciudad en San Paolo. Más si se tiene en cuenta que su familia respira fútbol
por los cuatro costados. Su tío Bruno es un reconocido técnico por sus logros
en equipos modestos de la región de Campani y su padre Giustino gestiona la
escuela de los hermanos Cannavaro. Se inició en el Ponticelli, equipo de barrio
napolitano, y cuando estaba en la Mariano Keller surgió el interés del Napoli.
“Preguntamos por Mandragora
muchas veces. Rolando jugaba en la Mariano Keller, en una generación que estaba
entrenada por su padre. El Napoli preparaba una oferta para incorporarle, pero
la otra parte no quiso sentarse en la mesa a negociar, creo que más por la
familia que por la propia escuela de
fútbol”, recuerda Eduardo Maresca, exojeador ‘partenopeo’. Influyeron más las
modernas instalaciones de esta escuela creada en 2004 y ubicada en el centro de
la ciudad que las deficiencias del histórico club en el que Maradona engrosó su
leyenda, que volvió a la carga en enero de 2015, tras su estruendosa irrupción
en Serie A.
“El Napoli buscó a Mandragora,
pero él ha preferido continuar con su experiencia en Génova. Gasperini le hace
sentir parte del equipo”, reveló en el último mercado invernal Vincenzo
Pisacane, agente del jugador. Las lesiones musculares le impidieron tener
continuidad y el pasado mercado le ofreció salir cedido para continuar con su
progresión en una exitosa fórmula empleada recientemente con otras perlas del
club como Sturaro, El Sharawy o Perin.
Sufrió una lesión que le impidió tener continuidad. Salió
cedido a la división de plata del fútbol italiano, como tantas otras jóvenes
promesas del fútbol italiano con el propósito de repetir la exitosa fórmula
seguida recientemente con otras perlas del club como El Sharaawy o Perin. Como confesó Pisacane, barajaba
alguna propuesta para continuar en la máxima categoría del fútbol italiano a
préstamo, pero desembarcó en Pescara gracias al vínculo que mantenía el
centrocampista con Marcello Donatelli, en el cuerpo técnico de Massimo Oddo,
que también inició su andadura como entrenador en la entidad rossoblu. “En Génova había conocido a Oddo.
Cuando mi agente me planteo la posibilidad de venir aquí no me lo pensé dos
veces. Somos un grupo lleno de jóvenes deseosos de confirmarnos”, expone
Mandragora respecto a su llegada al Estadio Adriático.
Allí, en el escenario que sirvió
como catapulta a Verratti, se confirmó como metrónomo del equipo, al igual que ya
lo es en la selección italiana sub 21 a las órdenes de Luigi Di Biagio. Su
magnífica temporada en la región del Abruzzo llevó hasta allí a una larga lista
de ojeadores. Everton, Chelsea, Atlético de Madrid, Sevilla, PSG, además de los
grandes clubes italianos con la Juventus y el Inter a la cabeza se desplazaron
a Pescara para seguir in situ sus evoluciones.
“Buscábamos una alternativa para
el centro del campo, pero él, partido a partido, se ha ganado la consideración
de todos. Empezó en el banquillo y una vez que entró a la alineación ya no
salió y fue superando todas las expectativas”, declara a Tuttosport Oddo, que le disfrutará hasta final de campaña pese a
que el Genoa cerró su venta a la Juventus. Los turineses ataron al
centrocampista con un vínculo contractual de 5 años y acordaron que permanezca
en Pescara hasta final de la presente temporada.
Enfrascados en la búsqueda del sucesor de Pirlo, los piamonteses se aseguran los servicios del mejor futbolista del país nacido en 1997 como proclama de forma unánime la prensa italiana, que también que tendrá que luchar contra la alargada sombra del genial regista bresciano. Un zurdo de buen pie y excelente lectura de juego, que les deslumbró oscureciendo a Pogba, el mismo al que hace años rechazaron por un físico que ahora está lejos de ser su talón de Aquiles. Rectificar es de sabios, perseverar en el sueño de promesas deseosas de convertirse en realidad.
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