lunes, 25 de enero de 2016

ROLANDO MANDRAGORA



Entre 2004 y 2005, en plena guerra entre dos bandos de la camorra napolitana, no era sencillo criarse en Scampia, el barrio más conflictivo de Nápoles, una ciudad sacudida por el crimen organizado y el narcotráfico. Se requería una fuerte personalidad para no caer en las redes de la delincuencia. Los narcotraficantes buscan la complicidad de familias alejadas de la vigilancia policial para esconder sus alijos o los favores de niños que le sirvan como carteros para sus trapicheos.

Un panorama desesperanzador que el periodista italiano Roberto Saviano describió en su libro titulado Gomorra. “Vista desde fuera Scampia parece un lugar terrible, pero en realidad hay personas buenas y malas como en otras partes. No he leído el libro de Saviano, vi la serie de televisión que me causó una sensación rara: solo ven lo malo, pero esas cosas no solamente pasan en Nápoles”, explicó a La Gazzetta dello Sport tras su debut en Serie A uno de los niños criados en la primera década del siglo XXI en el peligroso barrio, restando trascendencia a los estigmas que pesan sobre su lugar de origen. Ese niño alcanzó la mayoría de edad el pasado mes de junio y responde al nombre de Rolando Mandragora, el timón de la selección italiana sub 21.

“Tiene la cabeza de un treintañero”, afirmó sobre él Gian Piero Gasperini después de encomendarle en su debut en la élite del fútbol italiano una titánica misión, frenar a Pogba. En el sistema de marcajes individuales que suele emplear el técnico piamontés, la del potente centrocampista francés estaba asignada a un zurdo de 17 años que iba a vivir un bautismo de fuego frente al campeón de Italia. Los genoveses derrotaron a la Juventus y alumbraron a un diamante esa noche que se encargó de anular a su pareja de baile gala. Cinco tackles exitosos de seis efectuados y el 75% de los duelos individuales ganados fueron las estadísticas que avalaron una brillante irrupción.

“Tal vez porque salí de casa a los catorce años y tuve que aprender a arreglármelas solo”, fue la respuesta que dio Mandragora cuando los periodistas los elogios de su técnico hacia su mentalidad. Su sonrisa de oreja a oreja ante los medios no era por un simple debut de ensueño, encerraba la recompensa de quien persiguió de manera indesmayable sus deseos de infancia hasta convertirlos en realidad. “Atalanta, Palermo, Chievo, Juve, la Roma hasta cinco veces, tres en Trigoria y dos en Nápoles. Prácticamente hice el Giro de Italia, pero nada, parecía que no me quería nadie. Al final llegó el Genoa y creyó en mí”, evocaba sobre su particular odisea hasta irrumpir con éxito en el Luigi Ferraris.

Veinte pruebas durante su etapa de formación como futbolista en las que gustaba su talento, pero era descartada por “un físico demasiado grácil”. ‘Rolly’, como es denominado cariñosamente por su entorno, no tiró la toalla y recibió la recompensa a su constancia en Génova. Allí fue aceptado a los veinte minutos de uno de los amistosos de captación que el club programa para incorporar a jóvenes a sus categorías inferiores. Michele Sbravati, director deportivo del ‘Grifone’, quedó fascinado por sus condiciones y con 14 años hizo las maletas y dejó su hogar para mudarse a la Liguria.

“Estar solo no fue un problema, creo que me ayudó mucho”, indica en un discurso opuesto al de aquellos jóvenes que aluden a la nostalgia cuando rememorar el momento de abandonar el núcleo familiar para unirse a un club lejos de su lugar de origen. El traslado fue el que terminó de forjar su inquebrantable personalidad. A las órdenes de Marcello Donatelli, su primer entrenador en los cadetes del Genoa, crece desde el punto de vista táctico para dar más esplendor a su excelente desplazamiento de balón con su pierna izquierda.

Otro centrocampista de fina zurda como Fabio Liverani, por aquel entonces encargado de hacer progresar a las jóvenes promesas de la cantera rossoblu, le reclutó para el primer juvenil adelantando plazos en su segunda etapa en la entidad. El que fuera mediocampista de la Lazio o el Palermo le alterna en la base la jugada y a la izquierda del pivote obteniendo de él un excelente rendimiento que acompaña con carácter, una combinación que le otorga el brazalete de capitán a pesar de ser más joven que el resto de sus compañeros.

“Soy un centrocampista al que le gusta tener el balón. Soy técnico, pero al mismo tiempo desarrollo labores de contención. Mi forma de jugar se inspira un poco en Thiago Motta. Busco siempre dar el máximo al servicio del equipo”, explica Mandragora, un jerarca delante de la defensa con margen de mejora en cuanto a recorrido y manejo de su pierna derecha, pero con rigor táctico y sedosa zurda. Condiciones que le granjearon una estima por parte de todos los técnicos de la entidad. Ivan Juric le ascendió al conjunto Primavera y Liverani, que tomó las riendas del primer equipo, le brindó su primera experiencia con el plantel profesional en un encuentro amistoso. Más tarde llegó ese estreno de la mano de Gasperini que desató esa catarata de elogios hacia su figura.

Frustrada incorporación al Napoli
Como cualquier niño napolitano, Rolando soñaba con llegar a jugar algún día con la camiseta del club de su ciudad en San Paolo. Más si se tiene en cuenta que su familia respira fútbol por los cuatro costados. Su tío Bruno es un reconocido técnico por sus logros en equipos modestos de la región de Campani y su padre Giustino gestiona la escuela de los hermanos Cannavaro. Se inició en el Ponticelli, equipo de barrio napolitano, y cuando estaba en la Mariano Keller surgió el interés del Napoli.

“Preguntamos por Mandragora muchas veces. Rolando jugaba en la Mariano Keller, en una generación que estaba entrenada por su padre. El Napoli preparaba una oferta para incorporarle, pero la otra parte no quiso sentarse en la mesa a negociar, creo que más por la familia que por la propia  escuela de fútbol”, recuerda Eduardo Maresca, exojeador ‘partenopeo’. Influyeron más las modernas instalaciones de esta escuela creada en 2004 y ubicada en el centro de la ciudad que las deficiencias del histórico club en el que Maradona engrosó su leyenda, que volvió a la carga en enero de 2015, tras su estruendosa irrupción en Serie A.

“El Napoli buscó a Mandragora, pero él ha preferido continuar con su experiencia en Génova. Gasperini le hace sentir parte del equipo”, reveló en el último mercado invernal Vincenzo Pisacane, agente del jugador. Las lesiones musculares le impidieron tener continuidad y el pasado mercado le ofreció salir cedido para continuar con su progresión en una exitosa fórmula empleada recientemente con otras perlas del club como Sturaro, El Sharawy o Perin.

Sufrió una lesión que le impidió tener continuidad. Salió cedido a la división de plata del fútbol italiano, como tantas otras jóvenes promesas del fútbol italiano con el propósito de repetir la exitosa fórmula seguida recientemente con otras perlas del club como El Sharaawy o Perin. Como confesó Pisacane, barajaba alguna propuesta para continuar en la máxima categoría del fútbol italiano a préstamo, pero desembarcó en Pescara gracias al vínculo que mantenía el centrocampista con Marcello Donatelli, en el cuerpo técnico de Massimo Oddo, que también inició su andadura como entrenador en la entidad rossoblu. “En Génova había conocido a Oddo. Cuando mi agente me planteo la posibilidad de venir aquí no me lo pensé dos veces. Somos un grupo lleno de jóvenes deseosos de confirmarnos”, expone Mandragora respecto a su llegada al Estadio Adriático.

Allí, en el escenario que sirvió como catapulta a Verratti, se confirmó como metrónomo del equipo, al igual que ya lo es en la selección italiana sub 21 a las órdenes de Luigi Di Biagio. Su magnífica temporada en la región del Abruzzo llevó hasta allí a una larga lista de ojeadores. Everton, Chelsea, Atlético de Madrid, Sevilla, PSG, además de los grandes clubes italianos con la Juventus y el Inter a la cabeza se desplazaron a Pescara para seguir in situ sus evoluciones.

“Buscábamos una alternativa para el centro del campo, pero él, partido a partido, se ha ganado la consideración de todos. Empezó en el banquillo y una vez que entró a la alineación ya no salió y fue superando todas las expectativas”, declara a Tuttosport Oddo, que le disfrutará hasta final de campaña pese a que el Genoa cerró su venta a la Juventus. Los turineses ataron al centrocampista con un vínculo contractual de 5 años y acordaron que permanezca en Pescara hasta final de la presente temporada.

Enfrascados en la búsqueda del sucesor de Pirlo, los piamonteses se aseguran los servicios del mejor futbolista del país nacido en 1997 como proclama de forma unánime la prensa italiana, que también que tendrá que luchar contra la alargada sombra del genial regista bresciano. Un zurdo de buen pie y excelente lectura de juego, que les deslumbró oscureciendo a Pogba, el mismo al que hace años rechazaron por un físico que ahora está lejos de ser su talón de Aquiles. Rectificar es de sabios, perseverar en el sueño de promesas deseosas de convertirse en realidad.


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