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“Afrontaría igual una final de un Mundial que
una pachanga con sus amigos”. Philippe Montanier, exentrenador del Rennes, no
alberga dudas acerca de la clave en la meteórica irrupción de Ousmane Dembele,
el chico que ha encandilado a toda Francia en menos de una veintena de partidos
en la élite. El atacante de 18 años, máximo goleador sub 20 de las grandes
ligas europeas, ha superado todos los obstáculos que han salido a su paso para
convertirse en el eje sobre el que gira el ataque de su equipo gracias a su
desvergonzado estilo de juego.
“Soy un jugador que encara sin
descanso sobre el campo”, explica el bisoño futbolista a la edición gala de Goal.com en una entrevista en la que
negó haber llegado a un acuerdo con el Bayern de Múnich como aseguró BeIn
Sports. Su impacto en la campaña de su debut profesional, reflejado en los diez
goles y cinco asistencias que ha logrado en apenas dicienueve encuentros de
Ligue 1, trascendió las fronteras galas y atrajo hasta territorio bretón a
ojeadores bávaros y ‘culés’, pero las estadísticas no alcanzan a abarcar la
dimensión de sus diabluras sobre el césped del Roazhon Park, feudo del Rennes,
al que ha trasladado la esencia de ese fútbol callejero del que se empapó
durante su infancia en uno de los suburbios de la ciudad de Évreux.
“Estaba siempre en el parque. Yo
era muy estricta respecto a sus salidas, pero no me preocupaba demasiado. No
iba a meterse en líos, estaba fuera, pero iba a jugar al fútbol. Quería
convertirse en profesional desde niño, estaba siempre con su balón, hasta para
ir a hacer la compra”, recuerda Fatimata Dembele a L’Equipe sobre la infancia de su hijo. “Estaba todo el tiempo allí,
desde que salía de la escuela se iba directo”, secunda Moustapha Diatta, actual
zaguero del Caen y vecino de Ousmane, que fue clave en el inicio de su andadura
futbolística a los siete años. El hermano de Moustapha inscribió a ambos en el
Madeleine Evreux, el equipo del conflictivo barrio cuyo estadio contemplaban ensimismados
desde el parque.
Las dudas de Montanier y la mediación de Silvestre
Seis años mostrando sus virtudes
futbolísticas en Evreux, tres con los colores del Madeleine y uno en el Evreux
27, le valieron para dar el salto al Rennes. Ousmane desechó las propuestas del
Le Havre, entidad en la que se forjaron recientemente futbolistas de la talla
de Paul Pogba o Mahrez, y el Caen, equipo más cercano a su lugar de nacimiento,
atraído por la filosofía del club bretón de abrir con facilidad las puertas del
primer equipo a sus canteranos, pero su ascenso a la máxima categoría del
fútbol francés fue más complicado de lo que hacía presagiar sus excelentes
condiciones y el mimo habitual a los jóvenes de Les Rouges et Noirs.
El pasado verano se postulaba
como el momento para dar el salto tras su gran temporada en el filial, pero las
reticencias de Montanier, entonces técnico del Rennes, a hacerle un hueco a sus
órdenes estuvieron a punto de desembocar en su salida del club. “El primer
equipo del Rennes no confía plenamente en mí. En una conversación con él el 7
de mayo, el entrenador Montanier me lo dio a entender”, afirmaba el futbolista
con ascendencia mauritana a mediados de junio a So Foot. “Todos los entrenadores de la cantera entendíamos que era
el momento de ascender un peldaño más, el filial no satisfacía sus necesidades
deportivas. Por eso se lo pedí a Montanier”, recuerda Yannick Menu, su
entrenador desde los 13 hasta los 17 años en La Piverdière, ciudad deportiva
del Rennes. Una recomendación que el extécnico de la Real Sociedad era reacio a
satisfacer. “Le insistí a diario durante tres meses”, explica Menu, que siempre
se encontraba con la misma excusa para rechazar su petición, la fragilidad
física del futbolista.
Los agentes del joven jugador
avivaron la polémica subrayando la “actitud profesional e irreprochable” de su
representado en el que también señalaban que Ousmane contaba con el apoyo de
sus entrenadores en la cantera, pero no del cuerpo técnico de la primera
plantilla. Las quejas no sentaron nada bien, a René Ruello, presidente del
club, que cargó las tintas contra el atacante en 20 minutes: “No veo que hay que reprochar al Rennes en el ‘caso
Dembele’. Hablan de falta de respeto y de desconsideración. Hay gente que
quiere más dinero, que nos dejen de tomar por idiotas”.
“Deportivamente, todos los años
estaba por encima de su categoría, era regular y nunca se lesionaba, porque era
muy bueno para anticipar el peligro y evitar los golpes. Su progresión era
lineal, pero en lo extradeportivo no era igual de simple. Tenía que lidiar con
algunos aspectos de sus puntos de referencia educativos”, expone sobre su
entorno Menu, que, sin embargo, aclara que no eran ciertas algunas
informaciones que le describían como un chico caprichoso y ególatra. Su
ausencia en una concentración de pretemporada en Alemania y la voluntad de
Gerard Houllier, director deportivo del Red Bull Salzsburgo, de pescar en río
revuelto amenazaba con romper una cuerda que se estaba tensando demasiado.
“La propuesta de firmar un
contrato profesional llega demasiado tarde. Quiero estar en un club que confíe
en mí al 100%. Aquí no lo hacen y no cambiaré mi postura”, declaraba el
atacante el pasado verano, cuando no sentía el respaldo de Montanier, a L’Equipe. “Estos jóvenes que tienen un
gran potencial están sujetos a una fuerte presión. Entiendo que eso les pueda
perturbar”, replicó su técnico. El giro definitivo para reconducir una
situación que se estaba enquistando llegó de la mano de Mikäel Silvestre, asesor
del presidente. El exzaguero del Manchester United llevó a cabo una exitosa
negociación que cristalizó con un vínculo contractual de tres años, firmado el
pasado 1 de octubre.
“Fue Silvestre el que convenció a
Montanier para dar minutos a Ousmane. Sin él probablemente todavía estaríamos
en punto muerto”, explicó a France
Football en enero Badou Sambagué, abogado y representante del futbolista.
Un mes después de su renovación, debutaba en Ligue 1 y la semana siguiente se
estrenaba como goleador en su primera titularidad. En ese encuentro ante el
Girondins de Burdeos abrió el catálogo de sus recursos para desequilibrar a su
par, el sello, junto al dinamismo, de sus peripecias por el frente de ataque. “Es
importante driblar, siempre lo ha sido para mí. Driblar está bien, pero debe
servir para ser eficaz después. Necesitas eliminar a un adversario para generar
huecos”, explica sobre una forma de comportarse sobre el terreno de juego que
ha puesto en jaque a la mayoría de zagueros a los que se ha enfrentado.
De vilipendiado por el presidente a héroe de la afición
Ousmane Dembele pasó de tener un
pie fuera del club el pasado verano a convertirse en el faro que ilumina a su
equipo en las acciones ofensivas. Anota un gol cada 137 minutos sin ocupar la
punta de ataque y se ha convertido en ejecutor de todas las jugadas a balón
parado gracias a su gran golpeo con ambas piernas. Ambidiestro, una condición
que él mismo ha calificado como “un arma suplementaria”, ha asegurado que
“últimamente ha trabajado su pie derecho porque el izquierdo es el más
natural”, pero no lanza con la zurda ni penaltis ni faltas, como la que coló al
Nantes para sellar su hat trick a los veintitrés minutos de juego en el derbi
bretón, con ojeadores del Barcelona en la grada.
En Rennes, a menos de 200
kilómetros de la escuela de Pont Aven, donde Gauguin cultivó el impresionismo,
obsesionado por captar la fugacidad del momento, Ousmane reivindica esa
esencia. Sus rápidas galopadas gracias a sus delgadas piernas de gacela
reproducen su particular naturaleza del juego resplandeciente. Trazo final con
cualquiera de sus dos pinceles, lengua fuera y a celebrar. Cuadro terminado. No
le importa la parte por la que empezar a pintar su lienzo, se empapa de la
atmósfera de partido que le rodeé y comienza a expresar su arte conforme a los
condicionantes ambientales, como hace dos semanas, cuando demostró su
versatilidad para abandonar los costados y liderar la remontada de su equipo
ante el Olympique de Lyon.
Entre Cristiano y Neymar
“Puede llegar a ganar el Balón de
Oro. He visto a Cristiano Ronaldo a la misma edad en el Manchester United y
Ousmane tiene unas características que me recuerdan a las del joven Cristiano”,
indica Silvestre, compañero del atacante portugués respecto a las similitudes
entre el atacante de Madeira y la joven perla francesa. ‘Ous’, como le
denominan sus allegados, aúna verticalidad, facilidad para quebrar la cintura a
su par, salida por ambos perfiles tras el regate y esa manera casi obsesiva de
buscar el uno contra uno con el rival del futbolista luso en sus inicios, pero
se mira en el espejo de Neymar. Una admiración que responde a su confesa
admiración por el Barcelona y el atractivo estilo de juego del brasileño, que
trata de emular, como reflejan sus 133 intentos de regates desde su debut
liguero.
“Me fijo en sus elecciones. Hace
prácticamente todo lo correcto, la pasa cuando tiene que pasarla y dispara en
el momento justo. Sabe también calmar el juego. Dribla, pero sabe igualmente no
hacerlo y jugar más simple. Trabajo eso en los entrenamientos”, explica sobre
su inspiración en la estrella azulgrana para pulir detalles como la lectura de
juego, que ha ido corrigiendo gracias a la labor de sus entrenadores. “En sub
13 y sub 15, cuando su equipo perdía, cogía el balón y se iba directo a la
portería rival. Le hicimos comprender que se podían marcar diferencias
igualmente con un pase o un movimiento sin balón”, desvela Teddy Musumbu, con
el que se entrenaba todos los días del pasado verano mientras su conflicto que
el Rennes no encontraba solución.
“Es un jugador de ruptura, gracias a sus cambios de
dirección coge a sus rivales a contrapié”, explica Ludovic Batelli,
seleccionador francés sub 19, que no se extraña porque su actual entrenador en
el Rennes, Rolland Courbis, le haya en alguna ocasión como ‘9’ pese a su
endeblez muscular. Aunque tiene tendencia a perder lucidez en la acción final
con algunos toques superfluos, hay que dejarle hacer. Debe continuar trabajando
y optimizando sus puntos fuertes. Lo que ha hecho a su edad en Ligue 1 es una
forma excepcional de completar su formación”, arguye Batelli sobre algunos
áreas de mejora en las que el propio jugador sabe que tiene que incidir.
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