lunes, 10 de agosto de 2009

MICHAEL BRADLEY


Si hubiera que otorgar un premio a la selección revelación en la Copa Confederaciones 2009, se lo llevaría, sin ninguna duda, el combinado estadounidense. Tras el sorteo de grupos, lo más lógico es que las selecciones que pasaran a las semifinales fueran Brasil e Italia. La primera jornada se saldó con las derrotas de Egipto y E.E.U.U., por lo que aún parecía más probable que brasileños e italianos accedieran a semifinales sin problemas. En la segunda jornada, la verdeamarelha pasó por encima de los estadounidenses, lo que prácticamente anulaba las opciones de clasificación de estos últimos. En la última jornada, sólo los cariocas tenían asegurada su plaza en semifinales y la plaza vacante se disputaría entre egipcios, azzurri y yankees. Tras la goleada encajada por los italianos y la victoria norteamaricana, España se enfrentaba al combinado dirigido por Bob Bradley. La selección de las barras y estrellas se mostró como un bloque sólido en defensa y muy peligroso al contragolpe. Esta fue la fórmula para derrotar al campeón de Europa y pasar a la final, en la que se volverían a ver las caras con Brasil. Allí, los dos zarpazos de Dempsey y Donovan en la primera mitad, fueron contrarrestados con los goles de Luis Fabiano y Lucio. Aunque no consiguieron la victoria final, dejaron una gran imagen del soccer en todo el mundo. En el buen papel realizado por los estadounidenses, tuvieron gran importancia, además de la jerarquía de Onyewu en la zaga y la clase de Donovan, dos promesas: Jozy Altidore y, sobre todo, Michael Bradley.

Bradley es un mediocentro completo, con un gran despliegue físico para ayudar en labores defensivas, pero capaz de asumir las tareas de creación del juego ofensivo. En efecto, es un jugador sacrificado a la hora de ayudar en defensa, que recupera gran cantidad de balones gracias a su capacidad de posicionamiento y a su magnífico fondo físico. Es un jugador temperamental, que realiza entradas demasiado duras cuando el resultado no le acompaña o no está desplegando un buen juego. Además de ser un fenomenal futbolista en el plano defensivo, su visión de juego le capacita para trazar el juego ofensivo de su equipo y le convierte en un futbolista ideal para armar los contragolpes. A todas estas cualidades, añade un duro disparo desde media distancia y una extraordinaria capacidad para llegar en segunda línea, lo que le hace aportar su granito de arena en el aspecto goleador.

Hijo del entrenador Bob Bradley, actual seleccionador norteamericano, Michael creció en un entorno de culto al soccer. Debutó muy joven en el MetroStars (actual Red Bull New York) y se convirtió en una de las mayores promesas de la MLS. Sus buenas actuaciones en la ciudad neoyorquina llamaron la atención del Heerenveen, que se fijó en él para reforzar la medular. Ya en Holanda, continuó progresando y mejorando varios aspectos de su juego. En el año 2007 se produce su debut con la selección absoluta y desde de ese encuentro, se haría un fijo en el once, siendo uno de los artífices de que E.E.U.U. ganara la Copa de Oro. En ese mismo año, a pesar de haber debutado ya con la selección absoluta, acude al Mundial sub-20 de Canadá, donde es pieza clave en el buen funcionamiento del combinado norteamericano. Después de disputar esta competición, regresó con su club, con el que realizaría una magnífica temporada, anotando dieciséis goles y convirtiéndose en el máximo goleador de su equipo. Este gran rendimiento llamó la atención del Borussia Monchengladbach, que se aseguró su pase para no pasar apuros en el año que retornaba a la Bundesliga. En el país germano, ha sido, junto a Baumjohann y a Marko Marin, una de las claves en la salvación de su equipo, aunque ha visto cortada su libertad para subir al ataque al tener que implicarse más en las tareas de contención. Al finalizar la campaña, acudió a la Copa Confederaciones, donde rayó a un gran nivel ante Egipto y España, pero donde no pudo participar en la final por una inoportuna entrada en el tiempo de prolongación que le hizo ver la tarjeta roja.

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