miércoles, 19 de agosto de 2009

NICOLÁS LODEIRO


Dice uno de los tópicos del fútbol que la mayoría de futbolistas uruguayos que llegan a Europa, son jugadores que tienen como característica principal la garra. Ahora bien, no todos los charrúas que llegan al viejo continente son futbolistas de brega, también cruzan el Atlántico delanteros que llevan el gol en sus venas, cómo así lo demuestra la segunda bota de oro lograda por el 'colchonero' Diego Forlán. Lo que no proliferan tanto en el país sudamericano son los mediapuntas capaces de encontrar huecos donde no los hay. Esta campaña se celebraba el sudamericano sub-20; en este torneo, Brasil se hizo con el título, Argentina fue la decepción, con una selección en la que sólo brilló Salvio, y Uruguay se ganó la mención de selección revelación, al plantar cara al combinado carioca. En el combinado celeste, Cabrera puso el orden en la zaga, Píriz se mostró infatigable en la recuperación y coherente en la distribución, Viudez sacó a relucir su capacidad de desborde y Abel Hernández ofreció todo su olfato goleador, ya que el ariete del Palermo fue el máximo anotador de la competición. Uruguay contaba con un gran bloque, pero hubo un mediapunta que, por su clase y por su desequilibrio, destacó por encima del resto. Sus actuaciones fueron tan brillantes que se le puede considerar cómo el mejor del campeonato. Ese mediapunta no es otro que Nicolás Lodeiro.

Lodeiro es un mediapunta de gran nivel técnico que destila calidad en cada acción en la que interviene. Su clarividencia en la zona de tres cuartos le convierte en un excepcional pasador, logrando explotar el instinto goleador de los delanteros que le acompañan. Su cualidad más destacada es su inteligencia innata en la lectura de juego, ya que siempre realiza la acción más acertada en cada momento del partido, otorgando la pausa a su equipo cuando éste la necesita. Siempre lleva el esférico pegado a su bota, conduciéndolo con elegancia. No es un futbolista especialmente veloz, pero es un jugador desequilibrante en carrera por su dominio de la arrancada y la frenada en el momento idóneo. Otra de sus características es la versatilidad, ya que, además de en la mediapunta, puede jugar por ambas bandas e incluso como segundo punta. Es un magnífico asistente, pero Nico no está exento de gol, merced a su disparo colocado con la pierna izquierda.

Comenzó su carrera en el modestísimo CF Barrio Obrero, equipo de su ciudad. A los catorce años, tras disputar un torneo de jóvenes, el Nacional de Montevideo se fijó en él para reforzar sus categorías inferiores. Ya con el equipo de la capital uruguaya, continuó escalando posiciones en la cantera hasta que, en Agosto de 2007, logró debutar con el primer equipo. Desde entonces, ha ido ganando protagonismo gradualmente con la primera plantilla. Sus principios con el primer equipo no fueron fáciles, ya que la zona de tres cuartos contaba con varios futbolistas más veteranos que él. Incluso esta temporada se vio relegado a la suplencia, debido a que su entrenador se mostraba reticente a juntar en el once inical a Matute Morales y Lodeiro. Su consolidación llegó de la mano del sudamericano sub-20; en este torneo, se erigió cómo la gran estrella del combinado celeste, armando el fútbol de ataque e incluso demostrando su olfato goleador. No tardó nada en mostrar sus dotes de mando, echándose el equipo a su espalda y anotando dos goles en el primer partido, ante Bolivia. Tras la finalización del sudamericano sub-20, regresó a su club, donde ganó protagonismo, realizando grandes encuentros tanto en el Clausura como en la Copa Libertadores, destacando especialmente su magnífica actuación ante River Plate. Gracias a su aportación al equipo, Nacional se metió en las semifinales de la máxima competición sudamericana después de más de veinte años sin que un club uruguayo lo hiciese. A un paso de la final, se encontraron con Estudiantes de La Plata. En la ida de la eliminatoria, los jugadores argentinos anularon a golpes al joven mediapunta, ante la permisividad del colegiado. Ya en Montevideo, Lodeiro tuvo que conformarse con ver desde el banquillo cómo perdía su equipo, por el miedo de su entrenador a que le acribillaran a patadas. La próxima temporada debe ser la de su explosión definitiva.




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