El Mundial Sub-20 dejó un sabor agridulce en los aficionados argentinos. En lo negativo el equipo demostró una falta de gol preocupante y fue eliminado en cuartos de final por los portugueses, que impidieron al combinado albiceleste revalidar el título logrado en las ediciones de 2005 y 2007. Sin embargo, pese a la prematura eliminación el equipo rindió a un gran nivel defensivamente y solamente Egipto pudo anotarle un gol en el tiempo reglamentario, tanto que llegó desde los once metros. El grupo dirigido por Walter Perazzo fue un muro infranqueable para sus rivales, entre otras cosas por la excelente labor de su guardameta, el prometedor Esteban Andrada.
Andrada es un guardameta con unas condiciones físicas privilegiadas para evitar que los rivales traspasen su portería. Espigado y con buena capacidad de salto, cuenta con una gran capacidad de reacción para anticiparse a las acciones del contrario y salir indemne de sus ataques. Dotado de buenos reflejos, responde bien ante disparos a bocajarro y, a pesar de su envergadura, se muestra ágil y elástico para llegar bien a palos y desviar lanzamientos ajustados. Valiente en las salidas, se impone con solvencia en el juego aéreo y se muestra eficiente a la hora de descolgar envíos laterales.
Sobrio en sus acciones, es un portero que casi siempre intenta atrapar los disparos que le llegan. Una predilección por el blocaje que pueda llegar a ser contraproducente, ya que por una parte no concede segundas oportunidades pero por otra pueden jugarle malas pasadas tiros que son más propicios para el despeje que para su captura. Bien colocado, en tensión para reaccionar con mayor velocidad a las jugadas del rival, es un guardameta con mucho aplomo y personalidad. Aunque posee un potente golpeo con su pierna derecha debe progresar en el juego con los pies y adquirir mayor precisión en el contacto con el esférico. Debe levantarse con mayor celeridad cuando va al suelo para evitar el gol del atacante que acompaña la jugada, pero es muy difícil de batir en el mano a mano, situación en la que saca provecho de su corpulencia para tapar los ángulos y minimizar las opciones de su rival.
Esteban Andrada Molfa nació el 26 de enero de 1991 en San Martín, una de las ciudades más importantes de la provincia de Mendoza. Llegó al mundo en el seno de una familia humilde y pronto comprobó las adversidades de crecer en un entorno rodeado de pobreza y malas compañías. Tuvo que crecer sin referente paterno por la muerte de su progenitor y pronto la vida le daría un nuevo revés con el fallecimiento de su hermano Mario por asfixia cuando estaba recluido en la prisión de Gustavo André en medio de un motín en el que los guardias actuaron de forma negligente.
No resulta extraño que Esteban tomase la opción del fútbol como vía de escape para poder evadirse de los conflictos familiares. Su hermano mayor actuaba como delantero en el Club Atlético San Martín y necesitaba un aprendiz de portero para perfeccionar su disparo en los ratos libres. Así comenzó el idilio del joven Esteban con los tres palos y pronto decidió ingresar en las categorías inferiores del club de su ciudad natal. No tardó en destacar por sus estupendas condiciones físicas y los grandes clubs argentinos no dudaron en interesarse por él.
Su agente le consiguió una prueba para enrolarse en las filas de Independiente y el chico dejó muy buenas sensaciones, pero cuando el fichaje parecía cerca de concretarse San Martín pidió una compensación económica que el club de Avellaneda no aceptó. En medio del conflicto entre ambas entidades le salió un nuevo pretendiente al bisoño guardameta, quien tras el interés de Lanús no dudó en hacer las maletas rumbo a Buenos Aires. “De un día para otro perdí a mis amigos y me fui a vivir a la pensión de Lanús. Fue bastante duro para mí” confiesa el joven arquero. Sin embargo pudo superar esos difíciles momentos con la ayuda del personal del club granate que no dudo en asignarle un psicólogo para que pudiese olvidar sus dramas familiares.
Una vez adaptado a la vida en la capital argentina Andrada empezó a brillar en los terrenos de juego, convirtiéndose en un excelente valor de futuro y llamando la atención de los técnicos de la federación argentina. De esta manera, fue reclutado para integrar la expedición de la selección argentina que disputó el prestigioso Torneo Esperanzas de Toulon en la edición de 2009. Allí fue suplente de Marchesín, al que también tiene por delante en su club, pero en los entrenamientos dejó una grata impresión a los técnicos que dirigen las categorías inferiores de la AFA.
Un año más tarde, en mayo de 2010, la lesión de Caranta posibilitó el ascenso a la primera plantilla. No llegó a saltar a la cancha, pero Andrada se mostró satisfecho. “Se progresa más como suplente con los profesionales que como titular en el filial” declaró. Un aprendizaje que continuó en los meses de junio y julio con el viaje a Sudáfrica junto con sus compañeros de la selección sub-20 para realizar la labor de sparring al combinado por entonces dirigido por Diego Armando Maradona. Una experiencia inolvidable de la que el joven guardameta sacó provecho. Con la ilusión de un niño aseguró en esas fechas que “compartir el entrenamiento con los mejores jugadores del mundo es algo lindo” al tiempo que trató de “sacar lo mejor de Romero, Andújar y Pozo”.
Las lecciones aprendidas en el continente africano las puso en práctica en el Sudamericano sub-20, certamen en el que mostró todo su potencial. Argentina solo pudo obtener la medalla de bronce y no consiguió el billete para los Juegos Olímpicos de Londres pero no sería porque su portero no dio la talla. En Perú Andrada fue designado como mejor portero de la competición y encandiló a Narcís Julià, secretario técnico del FC Barcelona que en colaboración con Andoni Zubizarreta intentó sin éxito obtener su pase este verano.
Una operación infructuosa que el talentoso guardameta vivió con ansiedad desde Colombia, país en el que se encontraba con motivo de la disputa del Mundial sub-20. En territorio cafetero confirmó todas las buenas sensaciones apuntadas en el Sudamericano disputado unos meses antes. Solamente recogió el balón una vez de dentro de su portería e incluso detuvo dos penaltis en la batalla desde los once metros en la que Portugal eliminó a los argentinos. El meta de Lanús no pudo colgarse la medalla de oro en Bogotá pero su excelente desempeño se vio recompensado con la llamada de Sabella, seleccionador argentino, para integrar la expedición del combinado absoluto en la gira de amistosos por Bangladesh y la India. Admirador de Chilavert, Víctor Valdés y Neuer, a pesar de no haber debutado en la máxima categoría sueña con consolidarse en Lanús para poder dar el salto a Europa. La perseverancia es un rasgo que le define y le puede llevar muy lejos.
2 comentarios:
Siempre se ha dicho que los porteros argentinos son un poquito "locos", Con Sergio Romero, esta tendencia se ha roto, esperemos que Andrada en un futuro asome en la albiceleste.
Un saludo!
Sin duda uno de los mejores jovenes porteros argentinos, pasate por mi blog aver que te parace el tuyo es de mis favoritos un saludo
http://futbolistasdelfuturo.blogspot.com/
Publicar un comentario