miércoles, 26 de octubre de 2011

ROBERTO FIRMINO

Cuando Dietmar Hopp, magnate de la informática natural de Hoffenheim, tomó las riendas del equipo de futbol de su localidad natal allá por el año 1999 se propuso conducirlo a la élite del balompié germano. El reto era de una magnitud ingente, puesto que el club se encontraba en la cuarta división alemana. Sin embargo, con paciencia y mucha coherencia, en 2007 se llegó a la antesala de la Bundesliga con el objetivo de llegar a la cúspide. Para facilitar la labor Hopp tiró de chequera y contrató a Carlos Eduardo, uno de los centrocampistas más prometedores del campeonato brasileño por aquel entonces. El ahora jugador del Rubin Kazan contribuyó decisivamente a conquistar los objetivos marcados y se convirtió en un auténtico ídolo en la región de Baden-Württemberg. Con su marcha a Rusia la afición del Hoffenheim comenzó a añorar la fantasía y el descaro dentro del terreno de juego. Ahora esa nostalgia parece haber llegado a su fin con la eclosión de otro joven talento brasileño, Roberto Firmino.

Firmino es un mediapunta de exquisita técnica individual y excelente manejo del cuero. Increíblemente habilidoso, su catálogo de recursos para desbordar es realmente amplio. Bicicletas, autopases, túneles, eslálones, sombreros y quiebros con el cuerpo son algunas de las maniobras que le confieren un alto porcentaje de éxito cuando decide encarar a su par. Rápido y explosivo, es un futbolista con buena frecuencia de zancada y mucho desparpajo a la hora de realizar jugadas casi inverosímiles. Dinámico, se mueve por todo el frente de ataque buscando entrar en contacto con el cuero ya que si no participa se diluye y da muestras de una desconexión que debe subsanar.

Interesante en la conducción del esférico, sabe manejar las transiciones y es muy difícil de derribar en plena carrera por la potencia que le imprime a sus cabalgadas. Poseedor de una buena visión de juego, está capacitado para batir la última línea de presión y dejar a sus compañeros en posiciones francas para el gol. Con facilidad para llegar desde segunda línea, elige muy bien el momento para hacerlo y define con precisión y mucha sangre fría cuando se enfrenta al portero. Es un jugador versátil que puede amoldarse a actuar cerca de las bandas, a la posición de segundo punta e incluso hacer las veces de falso ‘nueve’ merced a su movilidad y gran olfato goleador. Atesora un potente disparo desde media distancia y completa su variedad de registros en la definición con su buen remate de cabeza.

Nacido el 2 de octubre de 1991 en la ciudad costera de Maceió, Roberto Firmino Barbosa de Oliveira comenzó a practicar el deporte rey de su país enrolado en las categorías inferiores del Figueirense con el sueño de llegar algún día al continente europeo. En el club de Florianópolis fue escalando peldaños en la cantera hasta llegar a categoría juvenil, en la que los elogios acaparados hasta entonces se multiplicaron por todo el país con motivo de la disputa de la prestigiosa Copa Sao Paulo de Futebol Junior.

En la popularmente denominada Copinha, Firmino empezó a mostrarle a todo el mundo que rodea a las jóvenes promesas lo que era capaz de hacer. A pesar de no militar en uno de los equipos más potentes del país, Roberto no se arrugó y firmó sensacionales actuaciones individuales, además de finalizar la competición como máximo artillero de su equipo. Una brillante presentación en sociedad que acabó por convencer al técnico de la primera plantilla para hacerle un hueco en el conjunto de la división de plata del fútbol brasileño.

Sin embargo, dada su juventud y su poca experiencia a nivel profesional se acordó su cesión por un mes al modesto Tombense. En la escuadra mineira adquirió el rodaje necesario para regresar con plenas garantías a la escuadra que le formó como futbolista. Así lo hizo y empezó a gozar de oportunidades en el Campeonato Catarinense 2010, mostrando destellos de todo su potencial. Una grata impresión que iba a confirmar a lo largo de ese año, consolidándose en el primer equipo y contribuyendo con numerosos goles y asistencias al ascenso de su club a la máxima categoría del fútbol carioca.

DE INÉDITO EN LA ÉLITE BRASILEÑA A SENSACIÓN EN LA BUNDESLIGA
No había disputado ni un solo encuentro al más alto nivel competitivo en su país y sin embargo su nombre ya estaba apuntado en muchas libretas de los ojeadores de los grandes equipos europeos. El Figueirense había conseguido su ansiado retorno pero parecía claro que no iba a poder disfrutar más tiempo de las actuaciones de su joven estrella ante el creciente interés del Manchester United y el AC Milan. Finalmente, la rumorología acerca de la salida de Firmino se cumplió, pero su destino no fue Inglaterra ni Italia sino Hoffenheim.

En el mercado invernal aterrizó en la Bundesliga y aunque al principio le costó entrar en los planes de Marco Pezzaiuoli acabó demostrando que no se había equivocado cuando eligió al club germano para continuar su progresión. Fue amoldándose al fútbol europeo y, con paciencia y esfuerzo, consiguió ganarse un hueco en las alineaciones durante el tramo final de la competición doméstica, dejando patente su olfato anotador en las dos últimas jornadas.

Las buenas sensaciones dejadas en los últimos compromisos ligueros de la pasada campaña no impidieron que comenzase la presente temporada en el banquillo. Fue suplente en la primera jornada contra el Hannover y su equipo fue derrotado en el AWD Arena. En busca de mejores resultados, Pezzaiuoli otorgó la titularidad al centrocampista brasileño y el Hoffenheim doblegó al actual campeón de la Bundesliga. Desde entonces, Firmino no ha vuelto a ser desplazado del once inicial y se ha convertido en uno de los futbolistas más destacados de este inicio de liga en Alemania.

Los aficionados que se dan cita en el Rhein-Neckar Arena, feudo que alberga los encuentros como local del Hoffenheim, ya idolatran a su estrella en ciernes y esperan expectantes los bailes que el joven brasileño realiza después de perforar la meta rival. “Trato de mostrar una nueva danza después de cada gol” afirma Firmino. En Baden-Württemberg esperan que el ritmo no pare.

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