Nada
más celebrarse el sorteo de la pasada Eurocopa un grupo monopolizaba todas las
miradas. El azar decidió emparejar en la primera fase a Portugal, Alemania,
Holanda y Dinamarca conformando el manido ‘grupo de la muerte’. En ese
contexto, era evidente que de ahí debía salir la primera decepción de la
Eurocopa. La primera jornada dejó bastantes indicios de que sería el país
tulipán quien adoptaría ese deshonroso rol, al agotar su escaso margen de error
con la derrota frente a Dinamarca. A años luz del conjunto que se había
proclamado subcampeón del mundo en 2010, los holandeses fueron más una amalgama
de individualidades desquiciadas que un conjunto sólido que partía con la
vitola de favorito después de un inmaculado proceso clasificatorio. Con una
alarmante falta de creatividad para generar juego ofensivo, los atacantes
apenas pudieron ver puerta y el esperpento se completó con una inusitada
fragilidad ofensiva.
El
explosivo cóctel supuso la prematura eliminación del certamen continental, la
guillotina definitiva para un Van Marwijk muy cuestionado por su particular
criterio a la hora de confeccionar sus alineaciones. Borrón y cuenta nueva, la
federación holandesa decidió abandonar el juego pragmático del técnico que les
llevó a la final en Sudáfrica y volver a las orígenes con el fútbol ofensivo y
la búsqueda constante de nuevas perlas que siempre asegura Louis Van Gaal. El
entrenador de Amsterdam podrá gustar más o menos, pero siempre es claro y nunca
le tiembla el pulso a la hora de otorgar confianza al talento sin pararse a
observar su fecha de nacimiento. Así, ante tal agujero en la línea defensiva,
el seleccionador decidió apostar por la juventud, encontrando un bastión en el
polivalente Bruno Martins Indi.
Martins Indi es el
prototipo de zaguero que muchos entrenadores anhelan y del que pocos disponen
en el panorama futbolístico actual. Un zaguero zurdo que cuenta con el plus de
la versatilidad, capaz de ofrecer un elevado rendimiento tanto en el eje como
en el carril izquierdo de la zaga. Un prodigio físico forjado en una escuela
que siempre inculca el buen trato al cuero sin prestar excesiva importancia a
la demarcación. No es un campo en el que sobresalga, pero fruto de su formación
busca con frecuencia ofrecer una salida de balón aseada iniciando las jugadas
sin recurrir al desplazamiento en largo. Robusto físicamente, mide bien la
vehemencia de sus entradas, interpretando bien el juego e intentando
anticiparse a los movimientos del atacante arrebatándole el cuero o abortando
su remate sin recurrir al juego antirreglamentario.
Un
guerrero al que no le asusta el cuerpo a cuerpo, consciente de que dispone de
las armas necesarias para salir victorioso en ese tipo de batallas. Concentrado
durante los noventa minutos y rápido de piernas al cruce, demuestra solidez en
el desplazamiento diagonal y realiza con eficacia las coberturas a su lateral.
Enérgico en el achique, no destapa sus carencias cuando la línea defensiva se
adelanta gracias a su potencia en carrera pero sufre ante delanteros
habilidosos que demuestran celeridad en el giro. En el carril izquierdo de la
zaga sabe cerrar su banda y ayudar a la pareja de centrales pero no es capaz de
ofrecer excesiva profundidad a los ataques de su equipo. Con margen de mejora
en el apartado táctico, debe mejorar algunos automatismos y corregir su
posicionamiento a la hora de afrontar centros laterales para aprovechar mejor
su juego aéreo. Es un ambicioso zaguero con innatas condiciones que progresa
partido tras partido.
Rolando
Maximiliano Martins Indi, de ascendencia guineana, nació en la localidad
portuguesa de Barreiro pero cuando apenas contaba con meses de vida se mudó
junto a su familia a Rotterdam. En la ciudad portuaria creció de manera rápida
desarrollando un físico privilegiado para la práctica deportiva. Los primeros
pasos de su andadura futbolística se remontan al modesto Spartaan 20’, club
colaborador con el Sparta de Rotterdam que le ofreció la oportunidad de empezar
a pulir sus cualidades innatas. Su robusto físico no tardó en despertar la
atención de entidades de mayor enjundia y, en aras de no frenar su progreso, se
despidió del equipo que le vio nacer como futbolista.
Pese a
la excelente relación entre el Spartaan 20’ y el Sparta de Rotterdam, el
destino de Martins Indi no fue el club decano de la ciudad, sino que prefirió
enrolarse en las categorías inferiores del Feyenoord. En Varkenoord,
prestigiosa academia del club ‘feyenoorder’, llegó sin hacer ruido y así escaló
peldaños. A la sombra de talentos como Jerson Cabral o defensores con más
cartel como De Vrij o Bruma fue atravesando los distintos escalafones
inferiores sin pasar desapercibido para los técnicos de la federación holandesa.
Con la casaca oranje recorrió los
combinados sub-17 y sub-19 disputando campeonatos a nivel continental y
mundial. Experiencias provechosas en lo formativo pero con poca fortuna en lo
colectivo, especialmente a nivel de resultados.
EL ABISMO DEL DESCENSO COMO ACICATE COMPETITIVO
De
Kuip siempre es una buena plaza para dar cabida a los jóvenes talentos
procedentes de la cantera y la oportunidad para Martins Indi era mera cuestión
de tiempo. Meses después de alcanzar la mayoría de edad le llegó su estreno
como profesional en un encuentro de la Europa League, preludio de su debut en
la Eredivisie apenas días después. Fue una campaña de aprendizaje con pesadilla
incluida al estar presente en el terreno de juego del Philips Stadion cuando el
PSV les endosó un humillante 10-0. Combinó la titularidad con la suplencia y
ganó madurez competitiva al verse su club inmerso en la lucha por eludir el
descenso. Algo que cambió con la llegada de Ronald Koeman al banquillo.
El ex
zaguero holandés le cambió la cara al equipo y apostó de manera descarada por
la juventud. Una propuesta que se vio recompensada con buenos resultados
(subcampeones en el torneo liguero) gracias al elevado rendimiento del
centrocampista Jordy Clasie y la afinada
puntería del sueco John Guidetti. Entre ese clima de optimismo continuó
progresando Martins Indi, quien tras superar un dubitativo inicio se consolidó
en el once inicial ganándose a pulso una extensión de contrato. “La confianza
que el club ha depositado en mi hace que me sienta bien. Quiero que estos años
para aprovechar que soy digno del Feyenoord y mostrar un nivel más alto”
declaró el joven zaguero tras sellar su renovación hasta 2016.No pudieron ser
más premonitorias sus palabras.
En la
presente campaña ha incrementado notablemente su rendimiento, lo que ha
provocado que Louis Van Gaal le abriese de par en par las puertas de una
selección herida de muerte en la retaguardia. Y lejos de amedrentarse ante el reto,
Bruno ha respondido con una madurez impropia en un chico de su edad, mostrando
sus mejores atributos; polivalencia, firmeza y acierto en las jugas a balón
parado. “Estoy orgulloso de la forma en la que Bruno debutó con la selección.
Su progresión no me sorprende y aún tiene margen de mejora. Puede ser la
primera opción para el lateral izquierdo de los oranje durante los próximos 10 años. Es lógico que los grandes
clubes le quieran”. Milan, Juventus, Valencia e Inter siguen muy de cerca su
evolución. Holanda y el Feyenoord ya comienzan a sacar brillo a su diamante en
bruto.
2 comentarios:
Central para muchos años en la selección holandesa, llegaron a la final del mundial con heitinga - mathijsen.
Un saludo
Como lateral izquierdo que hay pocos en el mundo tiene un gran futuro! Ideal para el Chelsea. Tiene que mejorar en ataque pero es un gran jugador!
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