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campeones del mundo en categoría sub-17 y semifinalistas del pasado Mundial
sub-20, los mexicanos pusieron el broche de oro a su exitoso bienio en
categorías inferiores con el oro conquistado en los Juegos Olímpicos de Londres.
Wembley coronó a una selección bien trabajada, con mucho empaque e
individualidades destacadas al servicio de sus compañeros. Una de las piezas
claves para prolongar la maldición olímpica de Brasil fue el gran desempeño del
integrante más joven de la selección azteca en Londres, el jugador del América
Diego Reyes.
Diego
Reyes es un elegante central de buen
nivel técnico capacitado para ofrecer una aseada salida de balón por su
facilidad para batir la primera línea de presión. Inteligente a la hora de
interpretar el juego, su gran sentido de la anticipación le permite abortar
numerosos ataques rivales y ocultar las carencias de velocidad derivadas de su
envergadura. Perfectamente adaptable al rol de pivote defensivo, desarticula un
gran número de triangulaciones rivales merced a su buena disciplina táctica,
leyendo bien el curso de la jugada para anticiparse a ella e iniciar ataques
rápidos. Expeditivo al cruce, realiza bien las coberturas al lateral de su zona
y achica bien a su marcado para impedir que progrese portando el cuero.
Un
joven que desarrolla su juego con la madurez de un veterano. No se arruga a la
hora de corregir a sus compañeros y, aunque la dureza no es un atributo que le
caracterice, no le tiembla el pulso a la hora de emplearse bordeando el límite
del reglamento para marcar el territorio frente a su marcado. Espigado, su
capacidad de salto y su técnica en el testarazo le convierten en un referente
en las jugadas a balón parado de ambas áreas. Aunque es valiente para acudir al
choque, debe fortalecerse muscularmente para afrontar el cuerpo a cuerpo con
mayores garantías. Su serenidad le otorga un plus a la hora de iniciar las
jugadas pero también debe mostrarse más contundente cuando el rival le cierre
las posibles líneas de pase. Toda una muralla en los envíos aéreos frontales.
Diego
Antonio Reyes Rosales nació el 19 de septiembre de 1992 en la capital de
México. Se crió en una familia acomodada de fuertes creencias religiosas
mientras fue desarrollando una irrefrenable pasión por el balón. Eva, su madre,
se volvía loca para poder sentar a su hijo delante de una mesa aunque fuese tan
solo por unos minutos. Era un niño inquieto, atrevido y con una energía
desbordante que saciaba practicando varios deportes. La natación y el fútbol
eran los que más le atraían en su niñez, pero pronto tuvo que elegir y se
decantó por este último. Sus padres decidieron ayudar al enérgico Diego a
cumplir sus sueños y le inscribieron en una pequeña escuela futbolística de
Jaguares.
Allí
empezó a celebrar sus primeros goles, fruto de sus inicios como delantero. Con
apenas catorce años decidió progresar en su aventura futbolística y llegó a
Coapa, el centro de entrenamiento del Club América, entidad mexicana con mayor número de títulos a nivel
internacional. Los técnicos americanistas se encontraron con un niño espigado,
de apariencia física endeble, pero no tardaron en detectar su talento. El
primer paso para exprimir todo su potencial fue modificar su demarcación. De
esta manera, fueron retrasando su posición en el terreno de juego hasta
consolidarle como central o pivote defensivo.
Una
vez afianzada su posición sobre el césped, se convirtió en uno de los mayores
talentos de la cantera del club y atrajo la atención de los técnicos de la
federación mexicana. Precisamente defendiendo los intereses del ‘Tri’ ha vivido
varias experiencias que aceleraron su madurez como futbolista profesional. En
2009 vivió su primera toma de contacto con un torneo internacional disputando
el Mundial sub-17 celebrado en Nigeria. Unos meses más tarde Jesús Ramírez,
técnico del Club América por aquel entonces, le hizo debutar en la máxima
categoría del fútbol azteca con apenas diecisiete años. Poco a poco fue
abriéndose paso en la primera plantilla hasta hacerse con la titularidad.
Fue
2011 el año de su consolidación en el profesionalismo. Con el paso de los
partidos fue creciendo su protagonismo hasta convertirse en uno de los puntales
defensivos del club del Estadio Azteca. Lejos de acusar la inexperiencia mostró
un nivel de juego altísimo y fue premiado con el galardón del Balón de Oro al
mejor novato en el campeonato mexicano. Antes de recibir ese honor se vio
recompensado con un billete para acudir a la Copa América en Argentina, donde
disfrutó de la titularidad en el doble pivote durante los tres encuentros que
el remodelado combinado azteca pudo disputar. Sin apenas tiempo para descansar
hizo las maletas y partió a Colombia para defender al combinado sub-20 en el
Mundial de la categoría que cerró cosechando un meritorio tercer puesto.
Antes
de despedir 2011, Reyes añadió otra experiencia internacional a su carrera con
la disputa de los Juegos Panamericanos celebrados en Guadalajara. El combinado
azteca hizo valer su condición de anfitrión y se proclamó campeón del certamen
sin cosechar ni una sola derrota. Una condición de invicta que iba a mantener
la selección preolímpica que selló a comienzos de este año su pasaporte para
Londres superando a todos los rivales que salieron a su paso en el proceso
clasificatorio de la CONCACAF celebrado en Estados Unidos. Allí, Diego formó un
gran tándem con Hiram Mier, otorgando solidez a una parcela defensiva que se
vio magníficamente acompañada del acierto goleador de Marco Fabián y Alan
Pulido.
UN 2012 DE ENSUEÑO
Como
método de preparación para los Juegos Olímpicos la selección mexicana acudió al
Festival Esperanzas de Toulon, certamen que Diego Reyes ya había disputado el
pasado año. Aunque mostró alguna duda en la fase de grupos al enfrentarse a
delanteros explosivos de bajo centro de gravedad, el desgarbado zaguero se
repuso y fue pieza clave para que su selección se alzara con el título en una
final en la que era el más joven sobre el terreno de juego. Bajo la atenta
mirada de los ojeadores de grandes clubes europeos, los jóvenes mexicanos no
defraudaron y Diego formó una sólida pareja con Hiram Mier para desactivar todo
el caudal ofensivo brasileño en Wembley.
Con veinte
años recién cumplidos, el central del América recibió la llamada de la selección
absoluta y se reencontró con su compañero en el eje de la zaga durante el
evento olímpico. Londres fue testigo del brillante porvenir y su desembarco
definitivo en Europa ya tiene fecha, verano de 2013. El Oporto se ha adelantado
a varios clubes y ha cerrado recientemente su incorporación. Tras consolidarse
en el campeonato de su país natal, Portugal le espera. Diego Reyes apunta al
enésimo negocio redondo del club presidido por Pinto da Costa.
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