martes, 18 de diciembre de 2012

DIEGO REYES

Actuales campeones del mundo en categoría sub-17 y semifinalistas del pasado Mundial sub-20, los mexicanos pusieron el broche de oro a su exitoso bienio en categorías inferiores con el oro conquistado en los Juegos Olímpicos de Londres. Wembley coronó a una selección bien trabajada, con mucho empaque e individualidades destacadas al servicio de sus compañeros. Una de las piezas claves para prolongar la maldición olímpica de Brasil fue el gran desempeño del integrante más joven de la selección azteca en Londres, el jugador del América Diego Reyes.

Diego Reyes es un elegante central de buen nivel técnico capacitado para ofrecer una aseada salida de balón por su facilidad para batir la primera línea de presión. Inteligente a la hora de interpretar el juego, su gran sentido de la anticipación le permite abortar numerosos ataques rivales y ocultar las carencias de velocidad derivadas de su envergadura. Perfectamente adaptable al rol de pivote defensivo, desarticula un gran número de triangulaciones rivales merced a su buena disciplina táctica, leyendo bien el curso de la jugada para anticiparse a ella e iniciar ataques rápidos. Expeditivo al cruce, realiza bien las coberturas al lateral de su zona y achica bien a su marcado para impedir que progrese portando el cuero.

Un joven que desarrolla su juego con la madurez de un veterano. No se arruga a la hora de corregir a sus compañeros y, aunque la dureza no es un atributo que le caracterice, no le tiembla el pulso a la hora de emplearse bordeando el límite del reglamento para marcar el territorio frente a su marcado. Espigado, su capacidad de salto y su técnica en el testarazo le convierten en un referente en las jugadas a balón parado de ambas áreas. Aunque es valiente para acudir al choque, debe fortalecerse muscularmente para afrontar el cuerpo a cuerpo con mayores garantías. Su serenidad le otorga un plus a la hora de iniciar las jugadas pero también debe mostrarse más contundente cuando el rival le cierre las posibles líneas de pase. Toda una muralla en los envíos aéreos frontales.

Diego Antonio Reyes Rosales nació el 19 de septiembre de 1992 en la capital de México. Se crió en una familia acomodada de fuertes creencias religiosas mientras fue desarrollando una irrefrenable pasión por el balón. Eva, su madre, se volvía loca para poder sentar a su hijo delante de una mesa aunque fuese tan solo por unos minutos. Era un niño inquieto, atrevido y con una energía desbordante que saciaba practicando varios deportes. La natación y el fútbol eran los que más le atraían en su niñez, pero pronto tuvo que elegir y se decantó por este último. Sus padres decidieron ayudar al enérgico Diego a cumplir sus sueños y le inscribieron en una pequeña escuela futbolística de Jaguares.

Allí empezó a celebrar sus primeros goles, fruto de sus inicios como delantero. Con apenas catorce años decidió progresar en su aventura futbolística y llegó a Coapa, el centro de entrenamiento del Club América, entidad  mexicana con mayor número de títulos a nivel internacional. Los técnicos americanistas se encontraron con un niño espigado, de apariencia física endeble, pero no tardaron en detectar su talento. El primer paso para exprimir todo su potencial fue modificar su demarcación. De esta manera, fueron retrasando su posición en el terreno de juego hasta consolidarle como central o pivote defensivo.

Una vez afianzada su posición sobre el césped, se convirtió en uno de los mayores talentos de la cantera del club y atrajo la atención de los técnicos de la federación mexicana. Precisamente defendiendo los intereses del ‘Tri’ ha vivido varias experiencias que aceleraron su madurez como futbolista profesional. En 2009 vivió su primera toma de contacto con un torneo internacional disputando el Mundial sub-17 celebrado en Nigeria. Unos meses más tarde Jesús Ramírez, técnico del Club América por aquel entonces, le hizo debutar en la máxima categoría del fútbol azteca con apenas diecisiete años. Poco a poco fue abriéndose paso en la primera plantilla hasta hacerse con la titularidad.

Fue 2011 el año de su consolidación en el profesionalismo. Con el paso de los partidos fue creciendo su protagonismo hasta convertirse en uno de los puntales defensivos del club del Estadio Azteca. Lejos de acusar la inexperiencia mostró un nivel de juego altísimo y fue premiado con el galardón del Balón de Oro al mejor novato en el campeonato mexicano. Antes de recibir ese honor se vio recompensado con un billete para acudir a la Copa América en Argentina, donde disfrutó de la titularidad en el doble pivote durante los tres encuentros que el remodelado combinado azteca pudo disputar. Sin apenas tiempo para descansar hizo las maletas y partió a Colombia para defender al combinado sub-20 en el Mundial de la categoría que cerró cosechando un meritorio tercer puesto.

Antes de despedir 2011, Reyes añadió otra experiencia internacional a su carrera con la disputa de los Juegos Panamericanos celebrados en Guadalajara. El combinado azteca hizo valer su condición de anfitrión y se proclamó campeón del certamen sin cosechar ni una sola derrota. Una condición de invicta que iba a mantener la selección preolímpica que selló a comienzos de este año su pasaporte para Londres superando a todos los rivales que salieron a su paso en el proceso clasificatorio de la CONCACAF celebrado en Estados Unidos. Allí, Diego formó un gran tándem con Hiram Mier, otorgando solidez a una parcela defensiva que se vio magníficamente acompañada del acierto goleador de Marco Fabián y Alan Pulido.

UN 2012 DE ENSUEÑO
Como método de preparación para los Juegos Olímpicos la selección mexicana acudió al Festival Esperanzas de Toulon, certamen que Diego Reyes ya había disputado el pasado año. Aunque mostró alguna duda en la fase de grupos al enfrentarse a delanteros explosivos de bajo centro de gravedad, el desgarbado zaguero se repuso y fue pieza clave para que su selección se alzara con el título en una final en la que era el más joven sobre el terreno de juego. Bajo la atenta mirada de los ojeadores de grandes clubes europeos, los jóvenes mexicanos no defraudaron y Diego formó una sólida pareja con Hiram Mier para desactivar todo el caudal ofensivo brasileño en Wembley.

Con veinte años recién cumplidos, el central del América recibió la llamada de la selección absoluta y se reencontró con su compañero en el eje de la zaga durante el evento olímpico. Londres fue testigo del brillante porvenir y su desembarco definitivo en Europa ya tiene fecha, verano de 2013. El Oporto se ha adelantado a varios clubes y ha cerrado recientemente su incorporación. Tras consolidarse en el campeonato de su país natal, Portugal le espera. Diego Reyes apunta al enésimo negocio redondo del club presidido por Pinto da Costa.


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