En un
contexto en el que la pizarra prima sobre el talento y el encorsetamiento
táctico sobre el talento individual, Zeman representa un oasis en el desierto,
un nostálgico fascinado por los colores castigado por una actualidad de tonos
grisáceos. Fascinado por la velocidad y el ataque en tromba, su libreto
futbolístico es un rara avis en la cuna de los gladiadores. Ser
defensa en un equipo dirigido por el técnico checo es realizar un cursillo
acelerado sobre cómo gestionar situaciones de riesgo permanentemente. Su
inamovible y dinámico 4-3-3 convierte los encuentros en un correcalles, un
intercambio de golpes en los que las zagas deben vivir en alerta permanente
para que su equipo no se vea relegado en el marcador.
Como
último detonante, la vocación ofensiva de los laterales expone aún más a los
integrantes del eje de la zaga, que se ven abocados a subsistir en un contexto
frecuente de inferioridad numérica, obligándoles a afinar su criterio en la
lectura de juego para frenar las transiciones. Demostrar ese rigor
interpretativo sobre el césped no es tarea sencilla cuando apenas se ha llegado
a la treintena de partidos como profesional. Si a eso se le suma la dificultad
añadida de llegar a un nuevo continente, a un país desconocido con un estilo de
juego prácticamente opuesto, la magnitud del reto es titánica y está al alcance
de muy pocos salir indemne de ese desafío. Sin embargo, contra pronóstico de
muchos escépticos, Marquinhos sí lo
está logrando en la capital italiana.
Marquinhos es un
disciplinado central muy inteligente en la lectura de juego. Concentrado
durante los noventa minutos y atento para realizar las coberturas, demuestra
capacidad anticipativa pero no renunciar a improvisar una solución sobre la
marcha cuando es encarado. Valiente al tackle,
a pesar de la vehemencia con la que se emplea no es un central
frecuentemente amonestado y demuestra precisión en sus entradas, orientándose
de manera correcta para ganar la partida a su marcado cuando le reta en el uno
contra uno. Un zaguero veloz, todavía con margen de mejora en el achique, al
que no le penaliza actuar con la línea defensiva adelantada, permitiendo a su
equipo establecer una fuerte presión en campo contrario. Capacitado para
ofrecer una aseada salida de balón, bate la primera línea de presión en
conducción con naturalidad, sin dificultades ni adornos.
Ágil
de piernas para acudir al cruce, es rápido en el giro y exprime bien su
potencia en carrera lateral. Una destreza en la lateralidad que le hace casi
inexpugnable a la hora de abortar el peligro procedente de los costados. Con
criterio para leer acertadamente los movimientos de los delanteros, no le
asusta abandonar la zona central para desplazarse a los costados y desarticular
los contragolpes rivales. Aguerrido en la presión, su belicosidad le proclama
vencedor de numerosas disputas físicas pero aún debe fortalecerse en el
apartado muscular para afrontar esas batallas con plenas garantías. Temperamental,
sabe hacerse notar en la estrategia, ya que su potencia de salto y su formación
en el testarazo le convierten en un bastión dentro de las jugadas a balón
parado de ambas áreas. Sus magníficas condiciones físico-técnicas hacen prever
su conversión en un excelente general de la retaguardia.
Nacido
el 14 de mayo de 1994 en la ciudad brasileña de Sao Paulo, Marcos Aoas Correa
comenzó a labrar su futuro en el mundo del fútbol cuando a los ocho años de
edad ingresó en las categorías inferiores del Corinthians. En el país carioca, templo mundial del balompié
callejero, cuna inagotable de funambulistas del esférico, el rápido Marquinhos
decidió emplazarse en la parte trasera del terreno de juego, demostrando que el
país de la samba también puede producir excelentes zagueros a pesar de la
preponderancia ofensiva de jugadores y técnicos.
Quemando
peldaños en la cantera del timao
llegó hasta la adolescencia, cuando sus cualidades atrajeron la atención de los
técnicos de la federación verdemarela.
Su posicionamiento, sus acertados cruces y su capacidad liderazgo le
concedieron el brazalete en los distintos equipos de la escuadra paulista por los
que fue escalando. Un status de
capitán que mantuvo en la selección brasileña, con la que levantó el trofeo de
campeón del Sudamericano sub-17 a comienzos de 2011. Aquel combinado, en el que
brillaron otros jóvenes con un magnífico porvenir como Adryan o Lucas Piazon,
no pudo repetir el triunfo final en el Mundial de la categoría disputado en
México, ya que en territorio azteca fueron derrotas en semifinales por Uruguay,
a la postre subcampeones del certamen.
PUGNANDO POR SU LUGAR ENTRE ÉXITOS COLECTIVOS
Pieza
capital en la consecución de éxitos colectivos en el club paulista como la
conquista del Mundial de Clubes juvenil disputado en Madrid, el sacrificio y
cariz jerárquico de Marquinhos encontró su recompensa cuando Tite decidió
efectuar su ascenso al plantel profesional. 2012 fue el año del comienzo de un
bonito sueño cumplido, el de su consolidación en la élite del fútbol brasileño.
El Paulistao, campeonato estadual de
la región en la que se sitúa el Corinthians, le sirvió como fogueo y en el Brasileirao pudo demostrar, aunque a
cuentagotas, sus destellos de gran central que llamaron la atención de los
ojeadores europeos.
Preseleccionado
para los JJOO de Londres del pasado verano, el bisoño Marquinhos llegó a la AS
Roma con la fórmula de la cesión con opción de compra si disputaba más de ocho
partidos oficiales durante más de 45 minutos (una cifra que ya ha superado en
la actualidad). Llegó a la capital italiana sin hacer ruido, eclipsado por el
magnífico rendimiento en la Copa Libertadores de su compatriota Leandro Castán,
pero el desastroso desempeño defensivo del conjunto romano en el encuentro
frente a la Juventus le abrió las puertas de la titularidad. Una plaza en las
alineaciones que desde entonces no ha dejado de aprovechar.
Su
seguridad y saber estar dentro del terreno de juego ha desatado los elogios de
prensa, técnicos y compañeros. “Se está mostrando muy sólido y no está
cometiendo errores. Puede llegar a convertirse en un superclase, tiene talento
y sabe moverse. Será importante para la Roma” declara Zdenek Zeman,
especialista en pulir jóvenes perlas, en relación a su prometedor zaguero. Su
progresión en Italia es tan rápida como su carrera lateral, algo que sorprende
incluso hasta al propio joven brasileño. “Cuando llegué tenía sueños y quería
disponer de oportunidades. Lo que no pensé es que todo fuese a ocurrir tan
rápido”, declara. Su compañero habitual en el eje de la zaga lo tiene claro:
“Marquinhos será un campeón. Puede ser igual de bueno que Thiago Silva”. Las
expectativas son altísimas pero atesora condiciones para llegar a cumplirlas.
Como afirman en Italia é un predestinato.
El Mundial de 2014 es su objetivo en el horizonte.
1 comentario:
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