Todos
los caminos conducen al gol. No importa si la vía para lograrlo es el monopolio
de la posesión o vertiginosos contragolpes, al fin y al cabo el objetivo es
alojar el cuero en el fondo de la portería rival. La afirmación es tan
pragmática como cierta. Es evidente que es una máxima tan reduccionista como
resultadista pero ello no es óbice para señalar que cualquier triunfo está
intrínsecamente relacionado con el estallido de júbilo derivado de superar al
guardameta para obtener ventaja en el marcador. Se trabaja la ocupación de los
espacios, la presión colectiva, el ataque organizado y los automatismos de
repliegue tras pérdida pero todo mirando de reojo hacia el primer mandamiento del
balompié, materializar en el tanteador tu dominio sobre el contrincante.
El gol
es santo y seña del fútbol y ningún habitante del rectángulo de juego escapa a
su cometido. Ya no es labor exclusiva de los atacantes y según pasan los años
se intenta inculcar ese atributo a cualquier jugador. Quien tiene gol posee un
tesoro y es por ello que los entrenadores intentan explotar la vocación
ofensiva de los integrantes de la medular. Surge así la estirpe de los
llegadores, centrocampistas con sensibilidad para interpretar el juego y
sorprender con sus irrupciones desde segunda línea aprovechando los espacios
libres que les proporcionan los atacantes. Gerrard y Lampard fueron exponentes
ilustres de este perfil que comienza a florecer en todos los escalafones del
fútbol base. La Eredivisie, cuna de una atrevida escuela futbolística
sustentada en la polifuncionalidad, no es ajena a ello y ya moldea a su
llegador más destacado, el joven Marco Van
Ginkel.
Derivado
de su pasado como segundo punta, Van Ginkel muestra una inusitada facilidad
para moverse con soltura por las inmediaciones del área rival. Aparece libre de
marca y en el momento oportuno, circunstancias óptimas para finalizar con
acierto los ataques de su equipo. Ejecutor silencioso, dinamismo y llegada le avalan,
tornándose indetectable y obligando a los especialistas defensivos del conjunto
rival a vivir inmersos en un grado de concentración elevada. Con su pierna
derecha, con la cabeza, con la izquierda, de forma acrobática o sutil. Goles de
todos los colores con un denominador común, la sorpresa como cómplice decisiva.
Espigado, su escaso desarrollo muscular le penaliza en el choque y en la
explosividad de la carrera, pero por su tipología física explota una larga
zancada que apoya la verticalidad con la que desarrolla su juego.
Es un
centrocampista de apoyo, mixto, complemento en la vertiente ofensiva y
defensiva pero sin adquirir el papel protagonista en ninguna de ellas. Colabora
en las facetas a desarrollar por un integrante del clásico 4-3-3 pero sin sobresalir
en ninguna de ellas, exceptuando la mencionada capacidad para ver puerta sin
obstáculos destacables. Se orienta bien en la recepción, juega sencillo y
contribuye a dar fluidez a la circulación de balón, aunque la desconexión en
algunos tramos del encuentro es una de sus áreas de mejora. Ataca bien los
espacios y aprovecha la espalda de los zagueros para demostrar su sangre fría
en los metros finales. Lejos de la clarividencia, retiene bien el cuero y
selecciona el momento oportuno para aprovechar la profundidad que ofrece su
lateral más cercano. Certero en el golpeo, se coarta y aún no explota como
debería su disparo desde media distancia. De buen registro técnico, su
intermitencia limita un olfato goleador innato que debe ser potenciado.
A
punto de finalizar el año 1992, el 1 de diciembre, llegó al mundo en la ciudad
holandesa de Amersfoort Marco Van Ginkel. Hijo de Alex, delantero del Utrecht
durante la década de los 80, Marco empezó a darle patadas a un balón soñando
con emular a su padre y convertirse algún día en futbolista profesional.
Enrolado en las filas del modesto De Valleivogels comenzó a dar los primeros
pasos, a los siete años, en el sendero de imitar la trayectoria de su referente
paterno. Con la portería rival entre ceja y ceja, no tardó en mostrar un
rendimiento superior al del resto de sus compañeros y plantear el dilema de su
estancamiento si continuaba en un contexto donde no podía explotar todo su
margen de mejora.
En
busca de continuar con su progresión decidió cambiar de aires para probar en un
entorno competitivo de mayor exigencia. Se mudó a Arnhem para enrolarse en el
sector formativo del Vitesse. Allí pudo probarse y descubrir que había tomado
la decisión correcta. Los técnicos descubrieron que su punto de partida idóneo
era la medular, el emplazamiento perfecto para repartir asistencias y saciar
todo su olfato goleador gracias a su capacidad para interpretar el juego y
asomarse al ataque desde segunda línea engrosando sus guarismos anotadores. Aún
así, alejado de grandes canteras como las del Ajax, Feyenoord o PSV no era
fácil alzar la voz a lo largo de la geografía neerlandesa. Algo que Van Ginkel
sí logró.
Su
interesante evolución no pasó desapercibida para los técnicos de la federación
holandesa, que le reclutaron para sus selecciones inferiores desde la categoría
sub-15. Vestir la casaca ‘oranje’ fue un premio para una trayectoria fulgurante
con destino Eredivisie más temprano que tarde viendo cómo se desenvolvía en las
categorías juveniles del fútbol nacional. Escaló peldaños en la cantera del
club y sin alcanzar aún la mayoría de edad se estrenó con la primera plantilla
de forma oficial. En tiempos de inestabilidad institucional y con un
rendimiento deportivo mediocre, Van Ginkel dio sus primeros pasos en el mundo
del profesionalismo sin que el entorno supusiese una merma en su fulgurante
progresión.
Tras
una primera campaña de adaptación al máximo nivel en el que alternó la
titularidad con el banquillo, la temporada pasada se consolidó en el once
inicial de la mano de John Van den Brom convirtiéndose en uno de los líderes
del conjunto de Arnhem. Con la marcha de su valedor rumbo al Anderlecht en el
mercado estival, surgieron algunas dudas sobre Van Ginkel pero el joven
centrocampista se encargó de disiparlas todas a base de goles y asistencias.
Sus exhibiciones en el Gelderome unidas a su liderazgo en la selección
holandesa sub-21 le han convertido en uno de los hombres a seguir dentro de la
Eredivisie. Con contrato hasta 2015, tanto el Hamburgo como el Milan ya han
mostrado interés en contar con sus servicios para reforzar su línea medular y
Van Gaal ya ha mostrado su intención de introducirle en la dinámica de los oranje de cara al futuro. Es líder de la
medular del conjunto revelación y el mejor socio del máximo artillero del
campeonato. Con su acierto, el Vitesse puede seguir soñando.
1 comentario:
Grande Van Ginkel, un chico que empezó muy temprano a jugar en el primer equipo del Vitesse, seguramente acabe jugando en un equipo de la Bundesliga o de la Premier la próxima temporada aunque destacaría a gente como Renato Ybarra o el mismo Bony en la zona de arriba.
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