Fue un
mundial más competitivo que atractivo, decidido por una batalla final
caracterizada por el rigor táctico que solamente pudo encontrar vencedor desde
los once metros. El Mundial sub-20, vivero inagotable de talentos, deparó como
siempre muchas sorpresas. La épica ligada a la aventura iraquí, la frenética
vocación ofensiva de los ghaneses o la madurez táctica de los uruguayos, que
tras dejar en la cuneta a una de las grandes favoritas, sucumbió en una
dolorosa tanda de penaltis ante una Francia sustentada en las intervenciones de
su guardameta Areola. Los galos aderezaron su extraordinario poderío físico con
dosis de talento individual y confirmaron su vitola de favorita alzando un
trofeo que nunca había conquistado. No fue la edición más brillante pero, como
siempre, ha permitido vislumbrar grandes nombres para el futuro.
Areola (1993, Francia)
De menos a más en el torneo, apareció cuando su
selección más lo necesitaba, en los momentos decisivos, como los grandes
porteros. Guardameta de gran aplomo que transmite seguridad en cada
intervención. Buenas condiciones físicas, excelente colocación y ágil en la
estirada para desviar disparos ajustados. Espigado, domina casi todas las
facetas que debe controlar un gran cancerbero pero aún se muestra dubitativo a
la hora de abandonar la línea de gol en los saques de esquina. Jerárquico y
confiado en sus posibilidades, atesora unos magníficos reflejos y se muestra
eficaz en el uno contra uno con el atacante.
Manquillo (1994, España)
Un auténtico puñal, capaz de destrozar los entramados
defensivos rivales con sus enérgicas cabalgadas por el carril diestro. Potente
en carrera corta y larga, rompe con asiduidad a la espalda de los zagueros
adversarios y gana con facilidad línea de fondo pero aún debe adquirir ese
punto de pausa necesario para que sus centros siempre encuentren destinatario.
Fibroso y aguerrido para no renunciar el contacto físico, un hueso duro de roer
en el contra uno merced a su velocidad punta, cualidad con la que subsana algún
déficit táctico derivada del vértigo de su juego. De gran resistencia aeróbica,
impregna de profundidad los ataques de su equipo.
Lichnovsky (1994,
Chile)
El auténtico mariscal de la zaga chilena. Una
inoportuna lesión le apartó de la decisiva prórroga ante Ghana en la que su
selección dijo adiós a la competición. Central espigado con gran lectura de
juego que le permite frenar a su marcado sin necesidad de recurrir a la
agresividad. Difícil de superar en las disputas aéreas por su envergadura, se
muestra concentrado para realizar las coberturas a su lateral y exhibe rigor
táctico para colocarse en el lugar oportuno ocultando sus carencias de
velocidad en carrera. Nada rígido en el giro teniendo en cuenta su estatura, su
buena formación técnica le permite ofrecer una salida de balón aseada.
Gastón Silva
(Uruguay, 1994)
Su magnífica compenetración con Giménez fue la primera
piedra para sustentar el sólido edificio defensivo uruguayo que se quedó a las
puertas del título. Con mucha jerarquía, ha demostrado ser un central
perfectamente conocedor del oficio pese a su juventud. Concentrado durante los
noventa minutos, su disciplina táctica le permite brillar en encuentros con
alta carga de presión. Anticipativo, se muestra contundente en el marcaje y
expeditivo al cruce para tapar las subidas del lateral de su banda. Dotado de
una buena zancada para aguantar a su marcado en distancias largas, sabe
imponerse en el juego aéreo.
Ali Adnan (1993,
Iraq)
El futbolista más regular de la sorprendente y
vertiginosa selección iraquí, amén de uno de sus mejores argumentos ofensivos
pese a partir desde el carril izquierdo de la zaga. Lateral de largo recorrido,
constante y acertado en sus incursiones en campo contrario. Fuerte físicamente,
no se arruga para ir al choque y se desempeña con acierto ocupando el rol de
central, batiendo la primera línea de presión en conducción. Punzante en sus
cabalgadas, ofrece lo mejor de si en encuentros sin pausa pero debe vigilar
mejor su espalda. Atesora un preciso golpeo, del que saca réditos tanto en
carrera como a balón parado.
Pogba (1993, Francia)
El balón de oro de la competición, su abrumadora superioridad en ocasiones fue un arma de doble filo y
desembocó en indolencia. Centrocampista box
to box de extraordinarias condiciones físicas complementadas con una buena
formación técnica. Devastador en la llegada desde segunda línea, atesora una
zancada potentísima y un excelente disparo desde media distancia. Resistente
aeróbicamente, nunca rehúye la pugna física y exhibe un gran despliegue.
Inteligente en el posicionamiento a la hora de recibir, debe adquirir mayor
velocidad en la ejecución de movimientos para no ralentizar la circulación y
facilitar la labor de presión al rival. Aguerrido y espigado para imponerse en
las batallas aéreas, sabe dar variedad al juego con su preciso desplazamiento
en largo.
Quintero (1993,
Colombia)
A pesar de la prematura e injusta eliminación
colombiana, su estrella volvió a brillar con luz propia para confirmar que es
un crack en ciernes. Talentoso y dinámico centrocampista con un extraordinario
criterio en la lectura de juego. Ágil para mover su físico menudo, la velocidad
diferencial la marca con su cabeza. Dotado con el don de la clarividencia, es
agudo en el pase y cimenta en él la base de su desempeño dentro del campo. Gira
y se orienta con celeridad para ver el fútbol de cara, consciente de que sin
interactuar con la posesión su juego se diluye. Inteligente en el juego entre
líneas, es altamente preciso en las jugadas a balón parado
Óliver Torres (1994,
España)
El faro de una selección española que se estrelló ante
el oficio uruguayo a pesar de su brillante desempeño. Pura inteligencia sobre
el terreno de juego. Centrocampista ofensivo con un criterio exquisito en la
distribución. Inteligente en la recepción, preciso en los controles y el
desplazamiento en largo, da fluidez a la circulación de balón gracias a su
facilidad para encontrar al compañero desmarcado en pocos toques. Rápido en el
giro, activa con facilidad a los atacantes. Toque y dinamismo, creando
superioridades posicionales con frecuencia. Pese a su poca presencia física
protege bien el cuero gracias a su habilidosa conducción.
Jesé (1993, España)
Estandarte ofensivo de la selección española y ganador
de la bota de bronce, volvió a alternar las posiciones y hombre más adelantado
de su conjunto con el mismo grado de eficacia. Potente y habilidoso, es
demoledor en la arrancada y su facilidad para cambiar de dirección en carrera
provoca que sea muy difícil de frenar cuando encara a su par. Osado e
imprevisible en el balcón del área, sus detractores le achacan que busca el
efectismo pero su juego es tan ‘arrogante’ como fantásticamente imprevisible.
Con salida por ambos perfiles tras el regate, hace gala de sangre fría y
variedad de registros en la definición.
Bruma (1994,
Portugal)
Imparable para cualquier zaguero al que se le
encomendó la difícil misión de marcarle, engalanó sus deslumbrantes actuaciones
con acierto goleador. Extremo rapidísimo con una facilidad innata para el
desborde que adereza sus excelentes condiciones físicas con un buen repertorio
de recursos técnicos. Con salida por ambos perfiles tras el regate, es
imprevisible cuando encara a su par y sabe aprovechar los pasillos interiores
partiendo desde el costado izquierdo. Firme en los apoyos, obliga a su marcador
a mantener un nivel de tensión alto por sus explosivas arrancadas. A menudo
individualista, atesora un magnífico golpeo de balón.
Assifuah (1994,
Ghana)
Bota de oro de la competición, confirmó su rendimiento
ascendente imponiéndose en la clasificación de goleadores a otros atacantes con
más nombre y experiencia en la élite del fútbol europeo. Rematador incansable
de las ocasiones generadas por el talentoso Aboagye, dejó detalles que permiten
afirmar que es algo más que un mero finalizador de jugadas. Vertical por
antonomasia y voraz en la búsqueda del gol, muy veloz en carrera para generar
peligro lejos del área. Impreciso en los controles, no es un dechado de técnica
pero arma el golpeo con una facilidad pasmosa. Atesora un gran disparo desde
media distancia.
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