Ya sea por cultura futbolística o por estructura de fútbol
base, resulta destacable que cada país se caracterice por ‘fabricar’ con mayor
éxito un perfil de jugador que se multiplica por el territorio de su geografía.
Así, durante un período de tiempo determinado brotan un gran número de
futbolistas con unas características similares que están destinados a competir
por un puesto en un combinado nacional con tendencia al overbooking. Si Italia se caracterizó por producir zagueros de alta
fiabilidad a lo largo de su historia, en
los últimos años España está alumbrando a un amplio número de centrocampistas
de elevado nivel técnico y las islas británicas están viendo florecer a unos
desequilibrantes extremos que compiten por los pocos puestos disponibles en los
flancos de ataque de los three lions.
‘Ayudado’ por sus orígenes marfileños, el último atacante en sumarse a esa
amplia nómina de escurridizos atacantes de la selección ha sido Wilfried Zaha,
el joven más prometedor de la pasada edición de la división de plata inglesa.
Zaha es un potente atacante con el descaro
por bandera. Pura verticalidad, la improvisación constituye el primer
mandamiento de su juego. “No elijo los regates, simplemente suceden” reconoce
él mismo para definir su forma de comportarse sobre el terreno de juego. Y es
que cuando la posesión del balón pasa por sus botas una sensación de peligro
brota por rivales y compañeros. Aún con margen de mejora en la orientación de
sus controles por un mejorable posicionamiento de su cuerpo en el momento de la
recepción, cuando encara con el balón controlado es totalmente imprevisible por
su amplio catálogo de recursos para el desborde. No confía demasiado en su
pierna izquierda pero aún así está capacitado para salir por ambos perfiles
tras el regate.
Elástico, Zaha es demoledor en la arrancada, con una
inusitada facilidad para mantener un ritmo alto en carrera larga y un
descomunal cambio de ritmo para dejar clavados a los zagueros. De excelentes
condiciones atléticas, con espacios por delante es incontenible y los
contragolpes representan el escenario predilecto para explotar todas sus
habilidades. Abre el campo y recibe cerca de la línea de cal, pero el carril
del ataque no representa una jaula para él y se mueve por casi todas las zonas
del ataque. Atrae rivales y les elimina con su espectacular regate en carrera.
Entiende el juego como un constante desafío al rival. Apasionado del duelo
individual, enseña el cuero, invita a su marcador a arrebatárselo para terminar
alejándole de su alcance con un rápido movimiento de piernas.
Su confianza en el regate le conduce al individualismo en
algunas ocasiones, aunque su toma de decisiones no acostumbra a ser una rémora
para el colectivo. Malabarista, a su poderío en el regate añade un buen disparo
desde media distancia que le permite aportar en el aspecto anotador, un
apartado de su juego en el que aún no explota todo su potencial. Anárquico y
fantástico a partes iguales, ofrece un alto rendimiento cerca de ambos costados
pero la libertad que le otorga partir desde el flanco izquierdo le permite
marcar diferencias. Recibe a pierna cambiada, se orienta de forma adecuada e
inicia la diagonal hacia posiciones interiores realizando un eslalon sorteando
contrarios a medida que se acerca al área, generando incertidumbre en los
defensores y ventajas para sus compañeros de ataque. Capaz de ganar la línea de
fondo con facilidad, saca provecho de la precisión de su golpeo para enviar
certeros centros a la zona de castigo. Desequilibrio en estado puro, de su
madurez dependerá el techo de su evolución.
Dazet Wilfried Armel Zaha nació en Abidján, la capital de
Costa de Marfil, el 10 de noviembre de 1992. Como otros jóvenes prometedores de
su ciudad, inició su trayectoria futbolística en el ASEC Mimosas, un
prestigioso club del país africano que impulsó las carreras de jugadores como
Kolo y Yayá Touré. Criado en el seno de una familia numerosa, Wilfried llegó a
Londres a los cuatro años y no tardó en destacar en las prácticas deportivas
escolares. Allí sus profesores le definieron como “un absoluto perfeccionista”.
Vistió la camiseta del Wimblendon y se convirtió en la estrella del equipo
durante numerosos torneos infantiles hasta que el Crystal Palace le incorporó a
sus categorías inferiores.
“La primera vez que lo vi estábamos entrenando. Vino muy
flaco, pero era muy fuerte con la pelota. Era un talento natural” recuerda
Aaron Smith, uno de los coordinadores de las categorías inferiores del Crystal
Palace. Unas categorías que recorrió con brillantez y velocidad, como si de una
de sus habituales cabalgadas se tratase, hasta llegar al primer equipo sin
haber alcanzado la mayoría de edad. La grada de Selshurst Park estaba un tanto
desilusionada por aquel entonces tras perder las meritorias jugadas
individuales de Victor Moses pero ya intuía que la marcha del extremo de origen
nigeriano rumbo al Wigan podría ser subsanada con otro joven talento con raíces
africanas. Y desde luego que así fue. Zaha debutó a finales de la temporada
2009-2010 y en la siguiente campaña se consolidó en la primera plantilla.
Todavía alternando la titularidad con la suplencia, dejó
detalles de su enorme potencial como preludio a la campaña de su explosión. Y
es que 2012 será un año inolvidable para él. No sólo se convirtió en el
referente indiscutible del conjunto londinense, sino que acaparó los elogios
del país cuando lideró a su equipo hasta las semifinales de la Carling Cup. Por
el camino dejó una auténtica exhibición en Old Trafford en los cuartos de final
de la competición que encandiló a Sir Alex Ferguson. Nombrado mejor jugador
joven del año e internacional sub-21, Hodgson decidió premiarle con una
convocatoria para estrenarse con la selección absoluta pero esa inesperada
llamada iba a traer una sorpresa aún más desconcertante cuando el vertical
atacante le mostró sus dudas, destapando que días antes había recibido una
llamada de Didier Drogba para inducirle a que se decantase por defender a su
país natal en la Copa África.
La llamada del veterano técnico inglés era para un compromiso
amistoso y no le cerraba las puertas marfileñas si decidía cambiar de opinión y
decantarse por el combinado africano, así que aceptó la propuesta y debutó con
los pross en un encuentro ante Suecia
el pasado mes de noviembre. El mismo mes que llegó al banquillo del Crystal
Palace su actual entrenador, Ian Holloway, que se quedó prendado de sus
magníficas condiciones. “Le he dicho a todos los jugadores de mi plantilla que
le pasen el balón a él lo antes posible porque es lo mejor que le puede suceder
al equipo” declaró el peculiar técnico. Unos elogios que a buen seguro
contribuyeron a aumentar el ego de un chico que no destaca por su humildad.
“Nunca he visto a un jugador y he pensado que es mejor que yo, a menos que se
trata de Cristiano Ronaldo o Lionel Messi” aseguraba hace unos meses en referencia
a su nivel.
“Quiero enfrentarme a defensores que verdaderamente me pongan
a prueba” declaraba a finales de 2012, exponiendo que la división de plata del
fútbol inglés era un mero trampolín para él. Apenas un mes más tarde, haciendo
realidad sus deseos, el Manchester United acordaba con el Crystal Palace su
fichaje y su permanencia en la entidad de Londres hasta el final de la pasada
campaña. “Quiero agradecer a los directivos del Crystal Palace por hacer
posible el traspaso, pero me mantendré centrado en los próximos cinco meses con
el equipo” aseguró respecto a su compromiso con el club que le moldeó como
futbolista. Una fidelidad que se mantuvo hasta el último momento, puesto que sus
sobresalientes actuaciones fueron la piedra angular para que lograse el
ascenso. Su ya ex compañero Paddy McCarthy lo tiene claro: “llegará tan lejos
como se proponga. Él tiene un talento especial. Probablemente sea el jugador
con más talento individual que he encontrado en mi carrera, y eso que he visto
mucho”. En sus manos está no arrojarlo por la borda.
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