miércoles, 8 de abril de 2015

EMANUEL MAMMANA


El vestuario es una gran familia. Un manido tópico deportivo del que en ocasiones se abusa para expresar el buen ambiente en un equipo, sobre todo cuando los resultados acompañan. Es en las situaciones adversas cuando cualquier persona se refugia en sus más allegados, especialmente con las que se guardan lazos sanguíneos, además de revelarse como la prueba del algodón para calibrar esa unión y compañerismo al que hace referencia esta expresión popular. Reveses del destino que azotaron la niñez y adolescencia de Emanuel Mammana, la estrella emergente de River Plate que puso en valor esa frase tan frecuentemente desvirtuada.

“Desde que perdí a mi familia, River es como mi segunda casa, porque estaba  en la pensión cuando me pasó eso. El club me ayuda un montón, me apoyó la gente de la pensión, los técnicos y todos. Eso me hizo salir adelante”, confesó Emanuel Mammana, que tras perder a su madre en su niñez, vio cómo fallecía su referente paterno a los 15 años. “Encontrar a alguien que me acompañe a todos los lados, como mi suegro y mi novia, me hizo mucho bien. Cuando estuve muy mal, cuando perdí a mi papá, ellos me hicieron salir adelante porque no tenía ganas de nada”, reveló el central bonaerense, que, desanimado, pensó en colgar las botas hasta que encontró la motivación para cumplir su sueño.

“Esto es una lucha de todos los días, pero es algo donde mi papá me acompañó siempre y lo quiero hacer por él y por la gente que siempre me ayudó desde que mi papá no estuvo más conmigo. Y porque el fútbol es lo que más me gusta desde chico”, explicó la perla ‘millonaria’, que avanza con paso firme en el Monumental de Núñez. La vida le golpeó duro, pero él encontró el arresto necesario para cumplir la promesa que le hizo a su progenitor, debutar en la Primera División argentina. En la élite de su país natal ha trasladado las virtudes que le hicieron deslumbrar en el semillero bonaerense para mostrarse como un káiser, un central que se desempeña como marcan los cánones de la retaguardia.

Excelente en el timming para determinar el curso de la jugada, es un defensor acertadísimo al tackle para frenar los primeros metros de carrera cuando el atacante decide desafiarle en el uno contra uno. “El fútbol es más lindo jugando por abajo. A mí lo que me gusta es salir jugando, tener la pelota contra el piso”, asegura el central, muy aseado en la salida de balón, con la cabeza alzado siempre que porta el cuero. “A veces hay que tirarla para no hacerle mal al equipo, pero trato de no hacerlo nunca. Me da bronca porque es regalar la pelota”, indica el bisoño defensor, rara avis en un campeonato en el que el pelotazo es casi general. Amagos, recortes e incluso ‘sombrerito’, variedad de recursos para desactivar la presión de los arietes con una sangre fría que en ocasiones caldea la de su propio cuerpo técnico e hinchada por el riesgo de sus decisiones.

Emanuel apenas alcanza la decena de partidos con la camiseta de ‘La Banda’ al máximo nivel, pero su nombre ya era vox populi entre ojeadores internacionales y seguidores de los torneos de base. La base de su progresión con su excelente desempeño en el Sudamericano sub 17 de inicios de 2013 que coronó a Argentina como rey sudamericano y el espaldarazo definitivo llegó en el Mundial de la categoría en los Emiratos Árabes Unidos. Allí deleitó con su formidable lectura de juego, capital para su acierto a la hora de solventar transiciones defensivas en inferioridad numérica. Entre la plana mediática presente en territorio emiratí emergió su madera de líder. “Siempre me gustó mandar y ordenar al equipo”, expone el bonaerense, que reconoce que esta virtud es una mezcla de su carácter innato con las circunstancias con las que le ha tocado convivir.

Nacido en Merlo, al oeste de Buenos Aires, el 10 de febrero de 1996, llegó a River Plate en 2004, procedente de Los Santos, equipo de su ciudad natal, cuando se desempeñaba como mediapunta o volante diestro. Menos de una década después, pasó de ser un prometedor centrocampista a un deslumbrante central en un proceso en el que conoció las labores de numerosas zonas del rectángulo de juego. “Arranqué jugando de ocho, después jugué de volante central y de defensor central. Y antes de entrar a amateur quedé de ‘2’”, puntualiza el mariscal de la zaga, a quien tanto movimiento táctico en su etapa formativa ha beneficiado para agregar la versatilidad a una de sus virtudes.

Es capaz de desenvolverse en ambos flancos del eje central, en una línea defensiva con tres en el área y dos carrileros e incluso como lateral derecho, demarcación en la que vivió su estreno al máximo nivel a las órdenes de Marcelo Gallardo. Una intoxicación alimentaria había retrasado su puesta de largo en el campeonato nacional con el primer equipo al mando de Ramón Díaz, pero las rotaciones de ‘El Muñeco’ para centrarse en la conquista de la pasada edición de la Copa Sudamericana le lanzaron a la palestra en la banda derecha en un duelo complicado frente a Racing de Avellaneda, a la postre campeón argentino.

Aunque los de Núñez perdieron ese choque, el ensayo convenció al técnico, que decidió suplir la baja de Mercado con el joven central nuevamente como lateral. Fue en la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Medellín y aunque el protagonista se sinceró y afirmó que “jugando ahí disfrutó menos”, no cometió errores y River Plate levantó el título de campeón. Fue entonces, durante la celebración, cuando se sinceró ante los micrófonos de la televisión y dedicó todo lo bueno que le estaba pasando a sus fallecidos progenitores y a la gente que le había ayudado a superar esa trágica pérdida.

Precoz debut albiceleste
Una declaración emotiva de un central muy sereno en todas sus acciones dentro del rectángulo de juego que meses antes de debutar con la primera plantilla ‘millonaria’ ya se había enfundado la casaca albiceleste en categoría absoluta, logro que hasta entonces solamente estaba al alcance de Mascherano, que hizo lo propio en 20003 con la complicidad de Marcelo Bielsa. Con el empujón de las bajas en la parcela defensiva del grupo que preparaba la cita mundialista en Brasil, el integrante del sparring del combinado nacional  pasó de secundario a las portadas de todos los medios deportivos en una decisión que le dejó sin palabras cuando le fue comunicada. “Me llamó Alejandro (Sabella) y no sabía cómo contestarle. Colgué y me quedé un rato mudo”, describió el inexperto defensor.

Mammana completó el sueño de estrenarse con sus ídolos ante Eslovenia y lo hizo dejando un buen sabor de boca al cuerpo técnico. “Es un jugador con un futuro enorme. En las prácticas que estuvo con nosotros demostró una jerarquía enorme”, expresó Alejandro Sabella, por entonces seleccionador argentino cuando fue preguntado por su decisión. Con esos galones ya adquiridos de debutante prematuro, el Sudamericano sub 20 disputado el pasado mes de enero fue un capítulo más de su idilio con la elástica albiceleste. Junto con otros compañeros de vestuario en su club como Batalla, Driussi, Vega, Tomás Martínez o Gio Simeone, logró proclamarse vencedor de un torneo en el que Argentina fue de menos a más al tiempo que terminaba de atraer la atención de varios clubes europeos que ven en la competición un vivero de talentos inagotable.

Diego Pablo Simeone y Mauricio Pochettino están muy atentos a su progresión a pesar de que el central aún no ha logrado hacerse indiscutible en el Monumental. “Hay que entrenar todos los días  y estar preparado para cuando me toque. Tenemos grandes defensores y eso me da mucha tranquilidad. Trato de demostrar y ganarme el puesto todos los días”, señala Mammana, consciente de que nadie le regalará nada. Admirador de Gerard Piqué, ve en su compañero de vestuario Germán Pezzella un referente “porque sale jugando mucho la pelota”. Su envergadura le permite imponerse en los duelos aéreos a este defensor pétreo, que confiesa su secreto para eludir el nerviosismo: “Yo juego tranquilo, pensando que tengo mis dos ángeles arriba que me van a cuidar siempre”.

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