El
vestuario es una gran familia. Un manido tópico deportivo del que en ocasiones
se abusa para expresar el buen ambiente en un equipo, sobre todo cuando los
resultados acompañan. Es en las situaciones adversas cuando cualquier persona
se refugia en sus más allegados, especialmente con las que se guardan lazos
sanguíneos, además de revelarse como la prueba del algodón para calibrar esa
unión y compañerismo al que hace referencia esta expresión popular. Reveses del
destino que azotaron la niñez y adolescencia de Emanuel Mammana, la estrella emergente de River Plate que puso en
valor esa frase tan frecuentemente desvirtuada.
“Desde
que perdí a mi familia, River es como mi segunda casa, porque estaba en la pensión cuando me pasó eso. El club me
ayuda un montón, me apoyó la gente de la pensión, los técnicos y todos. Eso me
hizo salir adelante”, confesó Emanuel Mammana, que tras perder a su madre en su
niñez, vio cómo fallecía su referente paterno a los 15 años. “Encontrar a
alguien que me acompañe a todos los lados, como mi suegro y mi novia, me hizo
mucho bien. Cuando estuve muy mal, cuando perdí a mi papá, ellos me hicieron
salir adelante porque no tenía ganas de nada”, reveló el central bonaerense,
que, desanimado, pensó en colgar las botas hasta que encontró la motivación
para cumplir su sueño.
“Esto
es una lucha de todos los días, pero es algo donde mi papá me acompañó siempre
y lo quiero hacer por él y por la gente que siempre me ayudó desde que mi papá
no estuvo más conmigo. Y porque el fútbol es lo que más me gusta desde chico”,
explicó la perla ‘millonaria’, que avanza con paso firme en el Monumental de
Núñez. La vida le golpeó duro, pero él encontró el arresto necesario para
cumplir la promesa que le hizo a su progenitor, debutar en la Primera División argentina.
En la élite de su país natal ha trasladado las virtudes que le hicieron deslumbrar
en el semillero bonaerense para mostrarse como un káiser, un central que se
desempeña como marcan los cánones de la retaguardia.
Excelente
en el timming para determinar el
curso de la jugada, es un defensor acertadísimo al tackle para frenar los primeros metros de carrera cuando el
atacante decide desafiarle en el uno contra uno. “El fútbol es más lindo
jugando por abajo. A mí lo que me gusta es salir jugando, tener la pelota
contra el piso”, asegura el central, muy aseado en la salida de balón, con la
cabeza alzado siempre que porta el cuero. “A veces hay que tirarla para no
hacerle mal al equipo, pero trato de no hacerlo nunca. Me da bronca porque es
regalar la pelota”, indica el bisoño defensor, rara avis en un campeonato en el que el pelotazo es casi general.
Amagos, recortes e incluso ‘sombrerito’, variedad de recursos para desactivar
la presión de los arietes con una sangre fría que en ocasiones caldea la de su
propio cuerpo técnico e hinchada por el riesgo de sus decisiones.
Emanuel
apenas alcanza la decena de partidos con la camiseta de ‘La Banda’ al máximo
nivel, pero su nombre ya era vox populi
entre ojeadores internacionales y seguidores de los torneos de base. La base de
su progresión con su excelente desempeño en el Sudamericano sub 17 de inicios
de 2013 que coronó a Argentina como rey sudamericano y el espaldarazo
definitivo llegó en el Mundial de la categoría en los Emiratos Árabes Unidos.
Allí deleitó con su formidable lectura de juego, capital para su acierto a la
hora de solventar transiciones defensivas en inferioridad numérica. Entre la
plana mediática presente en territorio emiratí emergió su madera de líder.
“Siempre me gustó mandar y ordenar al equipo”, expone el bonaerense, que
reconoce que esta virtud es una mezcla de su carácter innato con las
circunstancias con las que le ha tocado convivir.
Nacido
en Merlo, al oeste de Buenos Aires, el 10 de febrero de 1996, llegó a River
Plate en 2004, procedente de Los Santos, equipo de su ciudad natal, cuando se
desempeñaba como mediapunta o volante diestro. Menos de una década después,
pasó de ser un prometedor centrocampista a un deslumbrante central en un
proceso en el que conoció las labores de numerosas zonas del rectángulo de
juego. “Arranqué jugando de ocho, después jugué de volante central y de
defensor central. Y antes de entrar a amateur quedé de ‘2’”, puntualiza el
mariscal de la zaga, a quien tanto movimiento táctico en su etapa formativa ha
beneficiado para agregar la versatilidad a una de sus virtudes.
Es
capaz de desenvolverse en ambos flancos del eje central, en una línea defensiva
con tres en el área y dos carrileros e incluso como lateral derecho,
demarcación en la que vivió su estreno al máximo nivel a las órdenes de Marcelo
Gallardo. Una intoxicación alimentaria había retrasado su puesta de largo en el
campeonato nacional con el primer equipo al mando de Ramón Díaz, pero las
rotaciones de ‘El Muñeco’ para centrarse en la conquista de la pasada edición
de la Copa Sudamericana le lanzaron a la palestra en la banda derecha en un
duelo complicado frente a Racing de Avellaneda, a la postre campeón argentino.
Aunque
los de Núñez perdieron ese choque, el ensayo convenció al técnico, que decidió
suplir la baja de Mercado con el joven central nuevamente como lateral. Fue en
la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Medellín y aunque el
protagonista se sinceró y afirmó que “jugando ahí disfrutó menos”, no cometió
errores y River Plate levantó el título de campeón. Fue entonces, durante la
celebración, cuando se sinceró ante los micrófonos de la televisión y dedicó
todo lo bueno que le estaba pasando a sus fallecidos progenitores y a la gente
que le había ayudado a superar esa trágica pérdida.
Precoz debut albiceleste
Una declaración
emotiva de un central muy sereno en todas sus acciones dentro del rectángulo de
juego que meses antes de debutar con la primera plantilla ‘millonaria’ ya se
había enfundado la casaca albiceleste en categoría absoluta, logro que hasta
entonces solamente estaba al alcance de Mascherano, que hizo lo propio
en 20003 con la complicidad de Marcelo Bielsa. Con el empujón de las bajas en
la parcela defensiva del grupo que preparaba la cita mundialista en Brasil, el
integrante del sparring del combinado
nacional pasó de secundario a las
portadas de todos los medios deportivos en una decisión que le dejó sin
palabras cuando le fue comunicada. “Me llamó Alejandro (Sabella) y no sabía
cómo contestarle. Colgué y me quedé un rato mudo”, describió el inexperto
defensor.
Mammana
completó el sueño de estrenarse con sus ídolos ante Eslovenia y lo hizo dejando
un buen sabor de boca al cuerpo técnico. “Es un jugador con un futuro enorme.
En las prácticas que estuvo con nosotros demostró una jerarquía enorme”, expresó
Alejandro Sabella, por entonces seleccionador argentino cuando fue preguntado
por su decisión. Con esos galones ya adquiridos de debutante prematuro, el
Sudamericano sub 20 disputado el pasado mes de enero fue un capítulo más de su
idilio con la elástica albiceleste. Junto con otros compañeros de vestuario en
su club como Batalla, Driussi, Vega, Tomás Martínez o Gio Simeone, logró
proclamarse vencedor de un torneo en el que Argentina fue de menos a más al
tiempo que terminaba de atraer la atención de varios clubes europeos que ven en
la competición un vivero de talentos inagotable.
Diego
Pablo Simeone y Mauricio Pochettino están muy atentos a su progresión a pesar
de que el central aún no ha logrado hacerse indiscutible en el Monumental. “Hay
que entrenar todos los días y estar
preparado para cuando me toque. Tenemos grandes defensores y eso me da mucha
tranquilidad. Trato de demostrar y ganarme el puesto todos los días”, señala
Mammana, consciente de que nadie le regalará nada. Admirador de Gerard Piqué,
ve en su compañero de vestuario Germán Pezzella un referente “porque sale
jugando mucho la pelota”. Su envergadura le permite imponerse en los duelos
aéreos a este defensor pétreo, que confiesa su secreto para eludir el
nerviosismo: “Yo juego tranquilo, pensando que tengo mis dos ángeles arriba que
me van a cuidar siempre”.
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